domingo, 31 de marzo de 2013

Felices Pascuas.


Ninguna otra cosa deseo a mis lectores como don pas­cual, sino la Sabiduría. Este don pascual no es una ópera, sino el regalo que en otro tiempo se hacían los amigos por Pascua. Por la Sabiduría hizo Dios los cielos y la tierra. La Sabiduría asistía al trono de Dios cuando hacía el mundo, y ella jugaba en su presencia con todas las cosas, los formidables juegos del cielo y del infierno, que son más serios aún que el terrible juego de la guerra, y el ardiente juego de la revolución. Dijo el rey Alfonso el Sabio que este mundo si no está mal hecho, por lo menos lo parece. En realidad ahora está mal hecho, está al revés; está desordenado por el Pecado, que es el receso de la Sabiduría. Por falta de Sapiencia el mundo está patas arriba y Dios se está divirtiendo en ponerlo de pie, cueste lo que cueste.
Dice Jules Romains en una de sus novelas (Verdún) esta blasfemia: “El dulce Cristo de los Evangelios ¿no tenía otro modo de enseñar religión al mundo que esta masacre?”. Pues, no señor, no tenía. Y uno de los culpables de eso es usted, judío pérfido...

¡Oh Sapiencia de Dios! ven aprisa ven,
mi nurse y mi novia veraz te he pedido
al Señor en la misa de la fiesta de Santo Tomás.

En tiempo de Santo Tomás había monjes que no hacían más que rezar, cantaban el breviario seis veces al día durante largas horas. Con ellos se educó Santo Tomás en Montecasino. Ahora también los hay, pero la gente cree que son una especie de Open Door, que hay que dejarlos solos, ya que les da por eso. “Déjen­los no más que hagan iglesias —pensaban nuestros padres los liberales— total cuando necesitemos plata les quitamos los conventos y chau”. Pero la gente antigua iba a estos conventos siempre abiertos: y miraba y oía cantar .Vísperas y Maitines sin entender gran cosa: y aprendía una gran lección de Sabiduría, la lección de no hacer nada fuera de conocer a Dios. Veía intermi­nablemente esos hombres muertos, inmovilizados, auto­matizados, en cuerpo y alma dedicados a cantar la pala­bra de Dios, porque una palabra no es del todo inteli­gible mientras no se convierta en canto. Y entonces el pueblo que no es zonzo cuando le muestran cosas —aun­que lo es cuando lo emborrachan con palabras- entendía la lección de los Absortos en el Más Allá; que lo más importante de la vida es entender a Dios, mucho más que ganarse la vida; y que hay que cesar a ratos de ganarse la vida y reprimir el trajín de lo tem­poral, para ver si suena allá adentro la Voz antigua y nueva.
Ahora todo se acabó. El pueblo tiene la radio y oye la palabra de Dios, de Jesucristo y del “obispo de los obreros” por boca de Soiza Reilly a través de Radio Belgrano. Entonces, como Dios está de parte de la Sapiencia —que es su Hijo—, enseña la sapiencia a los pueblos como puede, con otro sistema que todos oyen incluso por radio, aunque tiene más de ruido que de canto. ¿Qué creen ustedes que saca Dios de la guerra? ¿Castigar los pecados? Desde luego. Pero ningún sabio castiga sin sacar algo del castigo, dice Santo Tomás de Aquino. Lo único que saca y puede sacar Dios de la guerra es sabiduría para los que queden. Es tan gran­de cosa la sabiduría, que juzga Dios bien empleados los miles de vidas jóvenes tronchadas en flor —¡y qué pérdida de mano de obra para la industria y el comer­cio!— con tal de que un solo joven acrezca un solo grado su conocimiento de lo divino. Para que un solo hombre lo conociese, hizo Dios todas las estrellas; y sería también capaz de deshacerlas, si fuera necesario.
Las admirables costumbres de los viejos pueblos europeos, ese equilibrio vivaz del italiano, esa sensatez recia del español, esos dichos, máximas, lenguajes, mo­dos, normas de vida, rituales, ratinas y hasta supersti­ciones henchidas de luz y de sentido que hoy vamos a desenterrar a las aldeas fueron hechas a fuerza de siglos de lucha, de paciencia, de riesgo, de infatigable enseñanza. Ahora todo eso acabó; no lo salvarán los “folkloristas”. “Et erunt docibiles Dei”. Serán enseñables a Dios. Sólo Dios puede enseñarnos de nuevo. Y para eso debe hacernos primero “docibiles”, es decir, dóciles. La letra con la sangre entra. ¡Cuán gran conciencia está entrando poco a poco en la humanidad de que todos los esfuerzos humanos, aun los mejor intenciona­dos, sin Dios no son más que Cartas del Atlántico!
El mundo está al revés. La Argentina está en el mundo. Por ejemplo, aquí en la Argentina hay maes­tros frívolos, y también escandalosos, que no pueden educar a ningún niño; antes al contrario. Esto es sabi­do desde que yo nací; y también lo saben en La Prensa y La Nación. Hay maestros de los que dijo el Divino Maestro: “Más les valiera que atada al cuello una mue­la molinera, los echaran al mar”. Si una madre adver­tida quiere defender a sus hijos del mal ejemplo, no puede: a causa de la “obligatoriedad escolar”. Para mejor, en la Provincia han suprimido hasta la precaria escapatoria de inscribir al niño, educarlo la madre y dar los exámenes como libre. Pues bien, todo eso: arrancar al niño pobre del hogar para entregarlo a la mala maestra es contra el derecho natural. ¿Han pro­testado alguna vez La Prensa y La Nación, esos “de­fensores de la persona humana”? Jamás. Viene el doc­tor Olmedo y pone en comisión al magisterio a ver si puede mejorarlo un poco; y estos hipócritas ponen el grito en las nubes, porque el doctor Olmedo ha come­tido un sacrilegio. Los 50.000 abribocas que todavía se zampan los editoriales de La Prensa empiezan a decir: “¡Miren lo que hizo Olmedo! ¡Miren lo que hizo Olmedo!” y la gente se conmueve ¡oh, por poco tiempo! A esto lo llamamos nosotros el mundo al revés.
Y así podíamos seguir con los ejemplos hasta la página del extracto de la lotería. Le cuesta a la gente convencerse de que estamos en tiempo no ordinario. Por eso esta semana santa no he hecho más que pedir a Dios la Sabiduría. Europa ha entrado en la prima­vera sangrienta, y la Argentina en el invierno crítico. No nos distraigamos demasiado. Son los deseos de Militis Militorum.

Leonardo Castellani, Cabildo, Buenos Aires, N° 544, 12 de abril de 1944.

Saludo Pascual.



Nuestro Señor Jesucristo quiso dejarnos su imagen en la Sábana Santa, y en su misteriosa imagen podemos recorrer lo que fue toda Su Pasión, por eso algunos la llaman devotamente “el quinto evangelio”. En la sábana no vemos un cuerpo glorioso y resucitado, vemos un cuerpo lacerado, el cuerpo del “varón de dolores”.
Mensaje claro nos ha dejado El Redentor que, para llegar a la Resurrección, el camino es el de abrazar con amor la Cruz. Sin Cruz no hay gloria que podamos alcanzar.
Ya sé que no es el típico saludo Pascual con la imagen de un Cristo triunfante emergiendo del sepulcro pero, me parece, una interesante reflexión el tener presente la impronta que ha dejado Nuestro Señor en la Síndone en lo que, muchos piensan, fue el instante de la Resurrección.

Resurrexit sicut dixit, Allelluia

A todos, les deseamos

¡una santa y feliz Pascua de Resurrección!

sábado, 30 de marzo de 2013

Alguna noticia sobre Poli, para entender mejor a Bergoglio.

Una nota tomada de la revista Cabildo que nos acerca al perfil “políticamente correcto” del recientemente nombrado Arzobispo de Buenos Aires.
También, en otra entrada anterior, habíamos notado -igual que su predecesor, lo cual se puede ver aquí- que ambos se han vinculado a los clubes filantrópicos.
  
[Revista Cabildo Nº 98, 27 de Septiembre de 2012]



Poligrillo
Monseñor Políticamente correcto

SUCEDIÓ que el día 2 de agosto, un sacerdote de la diócesis de La Pampa llamado Jorge Luis Hidalgo, decidió saludar para su cumpleaños al General Videla. Sucedió después que, enterado que se hubo el ordinario del lugar, Monseñor Mario Aurelio Poli, consideró que el tal saludo “le causó un grave daño a la Iglesia”, y que ese tipo de expresiones “son ajenas a nosotros y a nuestro oficio de amar”.

Sucedió asimismo que el precitado Poli consideró que el hecho constituyó un “insoportable escándalo en nuestra sociedad”, y ordenó que una carta condenatoria de la actitud del Padre Hidalgo se leyera obligatoriamente en todas las parroquias e iglesias de la provincia pampeana.

Sucedió por último lo previsible: la Secretaría de Derechos Humanos de la zona presentó una denuncia contra el Padre Hidalgo, acusándolo de apología del crimen.

No, amigo lector. No sabemos decirle qué hubiera pasado si el Padre Hidalgo le hubiera cantado el happy birthday a Videla, con apagón de velitas incluido, tironciño de orejas, o el amenazante canturreo del “amiguito, que Dios te bendiga”, propio de la derecha fachista.

Solamente podemos acotarle lo que Usted ya sabe y está pensando a los gritos.

Que personajes como Poli dan asco; que él único escándalo insoportable es que sigan ejerciendo su ministerio “católico”, cuando está claro que sirven a la Iglesia de Judas; que es una contradicción flagrante invocar el oficio de amar y practicar el odio; y que las mayores y peores expresiones “ajenas a nosotros”, los bautizados fieles, son todas aquellas procedentes del ideologismo marxista, al que Poli resulta sirviente funcional y alcahuete vergonzante.

Suceden hechos gravísimos en el mundo, en la Iglesia y en la patria. Hechos ante los cuales, ya no una carta, sino una sostenida conducta heroica y martirial debería ser la respuesta habitual del obispo.

Pero a Poli sólo lo sacude y estremece un saludo de cumpleaños a un hombre preso, vencido y unánimemente condenado. ¡Vaya coraje! Abundan y sobreabundan los reales y concretos motivos para acusar y combatir a quienes causan grave daño a la Iglesia. Pero a Poli únicamente le parecen peligrosas las salutaciones cumpleañeras del Padre Hidalgo.

El “Diccionario del Habla de los Argentinos” (Buenos Aires, Academia Argentina de las Letras, 2008) trae esta segunda acepción de la palabra poligrillo: “persona sin importancia, pobre diablo”; y aporta algunos usos del término tomados del sainete o del tango. Le sugerimos a nuestros académicos que, para la próxima reedición del valioso volumen, no se olviden de incorporar el ejemplo del obispo pampeano. 

POST SCRIPTUM: Al cierre de esta nota, nos enteramos de que un grupo de cuarenta vándalos profanó la eucaristía, presentándose a comulgar en una misa del Padre Hidalgo, con disfraces de Hitler, y repitiendo: “por los 30.000 desaparecidos”, en vez de “ornen”. La iglesia fue tomada temporariamente por el grupo, ensuciándosela con consignas injuriosas. Hacemos responsable directamente al obispo Poli, como instigador espiritual de este atropello, y de todo cuanto pudiera sucederle al Padre Hidalgo. Cfr. httpt//pagina-catoIica.l»logspot,com.ar/2O12/O8/atacan-al padre-hidalgo-en-Ía-painpa,htnil


[Visto en Syllabus - 28-03-2013]

El Obispo Mario Poli asiste espiritualmente a una ceremonia en el Club de Leones.


El Club de Leones es una sociedad filantrópica laica de corte masónico al estilo del Rotary Club. Vemos que el Obispo Mario Poli, parece desconocer totalmente la condena a estas sociedades que la Iglesia ha repetido incansablemente en su Magisterio.

Recordamos este acontecimiento transcurrido en junio del 2013.

[Radio Don – 01-06-2013]

Inauguraron la Casa de la Solidaridad en Santa Rosa. Albergará a pacientes y familiares que realicen tratamientos en el hospital Lucio Molas

El gobernador Oscar Mario Jorge presidió la inauguración de la “Casa Solidaria” que fue construida por el Club de Leones de Santa Rosa y albergará a familiares de pacientes internados y a personas del interior que deben concurrir por tratamientos al Hospital “Lucio Molas”.

El Gobernador Oscar Mario Jorge encabezó este mediodía la apertura de la casa solidaria, iniciativa llevada adelante por el Club de Leones con la ayuda del Gobierno de La Pampa. Jorge asistió acompañado por el vicegobernador Luis Campo; los ministros Luis Ordoñez y Gustavo Fernández Mendía y otros funcionarios del gabinete provincial; el ministro del Superior tribunal de Justicia, Victor Menendez; representantes del Club de Leones; el Obispo Mario Poli, representantes de la Universidad de La Pampa, de otras entidades intermedias y público en general. Las nuevas instalaciones están destinadas a albergar a familiares de pacientes internados en el hospital y a pacientes en tratamiento provenientes de localidades del interior, con insuficientes recursos para hospedarse en hoteles o residenciales privados. La Casa Solidaria está ubicada frente al establecimiento asistencial. El proyecto completo consta de dos plantas con una superficie total de 700 metros cuadrados cubiertos. La planta baja que se pudo en funcionamiento hoy cuenta con diez habitaciones con baño privado y capacidad para dos personas cada una, un hall principal para recepción y administración, sala de estar, dependencias de servicio común y para el personal, cochera y depósito. La planta alta incluirá dos habitaciones de las mismas características y un local de uso común con destino al comedor.

El Obispo Maro Poli, será Arzobispo de Buenos Aires.



El obispo de Roma ha nombrado al arzobispo de Buenos Aires Mario Poli, quien fuera obispo de la Pampa. Confirmado por la oficina de prensa del Vaticano.

V.I.S., Mar-28-2013]

Ciudad del Vaticano, 28 marzo 2013 (VIS).- Con fecha de hoy 28 de marzo, el Santo Padre ha nombrado a Mario Aurelio Poli, arzobispo metropolitano de Buenos Aires, en Argentina, trasladándole desde la diócesis de Santa Rosa.

Mario Aurelio Poli nació en Buenos Aires el 29 de noviembre de1947. Estudió Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires. Con 22 años entró en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires y el 25 de noviembre de 1978 recibió la ordenación sacerdotal, incardinandose a la diócesis de Buenos Aires. En la Universidad Católica Pontificia de Argentina se doctoró en Teología.

Como presbitero ha servido en los siguientes sitios: vicario de la Parroquia de San Cayetano (1978-1980); Superior del Seminario Mayor (1980-1987); Capellán de las Siervas del Espíritu Santo (1988-1991); Asistente eclesiástico de las asociaciones de laicos Fraternidades y Agrupaciones Santo Tomás de Aquino (1988-1992). Fue director del Instituto Vocacional «San José» y miembro del Colegio de Consultores del Consejo presbiterial. Desde 1980 ha sido profesor de Historia Eclesiástica en la Facultad de Teología de la Universidad Católica Pontificia de Argentina.

El 8 de febrero de 2002 fue nombrado obispo titular de Abidda y auxiliar de Buenos Aires, continuando con su actividad docente. Recibió la ordenación episcopal el 20 de abril de 2002. El 24 de junio de 2008 fue nombrado obispo residencial de la diócesis de Santa Rosa.

En la Conferencia Episcopal Argentina ha sido miembro de la Comisión Episcopal para la Educación Católica y de esta misma comisión en el Ministerio.

Actualmente era el presidente de la Comisión Episcopal para la Catequesis y la Pastoral Bíblica.

Desaparece uno de los símbolos del Papado: el anillo del pescador.


Como ya habrían informado, el anillo del pescador que tendría que usar el Papa Francisco tiene que ser este:

[V.I.S., 19-03-2013]


Ciudad del Vaticano, 19 marzo 2013 (VIS).- Esta es la historia del anillo del pescador que a partir de hoy llevará el Papa Francisco en el dedo anular de la mano derecha.

El arzobispo Pasquale Macchi, (fallecido en 2006) secretario personal de Pablo VI conservaba el molde de un anillo fabricado por el artista Enrico Manfrini para el pontífice que representaba a San Pedro con las llaves. Manfrini había hecho también diversas medallas y objetos de arte para el pontífice de la “Populorum Progressio”. Ese anillo no se fundió nunca en metal y, por tanto, Pablo VI no se lo puso ya que llevaba siempre el anillo encargado con motivo del Concilio Ecuménico Vaticano II.

Monseñor Macchi donó el molde, junto con otros objetos, a monseñor Ettore Malnati -que fue uno de sus colaboradores- el cual hizo fabricar un anillo de plata dorada partiendo del molde de cera. Ese anillo, junto con otros de diverso tipo, fue propuesto al Papa Francisco por el Maestro de Ceremonias, monseñor Guido Marini, gracias a los buenos oficios del cardenal Giovanni Battista Re. El Papa Francisco eligió este anillo, de plata y no de oro, como su “anillo del pescador”.

El Papa Francisco, pidió que dicho anillo no sea de oro macizo como marca la tradición, sino que, en un gesto de austeridad, sea construido en plata dorada.






Ahora, nueve días después de impuesto, ha desaparecido. Así se pudo notar durante la primera audiencia general del nuevo Pontífice, Mar-27-2013, celebrada en la Plaza de San Pedro. El anillo que portaba Francisco es el mismo que solía usar antes de ser Papa, es decir, en su calidad de cardenal Arzobispo de Buenos Aires, Argentina (click sobre las imágenes para ampliar).










Notábamos cómo el “anillo del pescador”, que usualmente deberían usar los Pontífices, en el caso de Francisco había desaparecido para dar campo al anillo que usaba siendo cardenal.

Para el Viernes Santo de 2013 el anillo ha desaparecido total y completamente. No, no ha sido sustituido por ningún otro anillo, sencillamente no existe.

Primero, algunas imágenes de la ceremonia de Adoración de la Santa Cruz en la Basílica de San Pedro (click sobre las imágenes para ampliar).










Ahora unas imágenes correspondientes a la oración del Via Crucis en el Coliseo Romano (click sobre las imágenes para ampliar).















Fuente: VIS / SMM

La supuesta alarma tradi por el Papa Francisco.


Inclusive en el campo litúrgico, los medios de comunicación masiva, se alinean en defensa del ahora pontífice Francisco.

[SMM – 30-03-2013]

Ahora ha resultado que cumplir con las normas litúrgicas, las cuales no son los tradis los que se las han inventado, es ser alarmista. Tal parece por lo publicado en varios medios respecto del hecho que muchos, han notado el incumplimiento de las normas litúrgicas en la ceremonia del Jueves Santo por parte del Papa Francisco. Quienes han notado el hecho han sido identificados como “tradicionalistas” alarmados.

Un pequeño ejemplo viene reflejado en esta nota del diario La Nación de Buenos Aires, Mar-30-2013, página 4.


El diario The Republican Herald de Pottsville, Pennsylvania, Estados Unidos, Mar-30-2013, le brinda primera página a una nota sobre ese mismo respecto escrita por Nicole Winfield, editora de los temas de religión de la agencia AP.

Esta es la traducción al español del artículo de Winfield:


CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El papa Francisco se ha ganado muchos corazones con su estilo sencillo y sus exhortos a ayudar a los más pobres del mundo. Sin embargo, ha conturbado a los católicos tradicionalistas que adoraban a su antecesor Benedicto XVI, quien restituyó parte de la pompa tradicional en la figura del pontífice.

La decisión de Francisco, de desatender una regla de la Iglesia y lavar los pies a dos jovencitas, una musulmana serbia y una católica italiana, durante el ritual del Jueves Santo, ha sido para esos tradicionalistas la gota que derramó el vaso: una evidencia de que el nuevo papa tiene poco o nulo interés en una de las prioridades de Benedicto: revivir las tradiciones anteriores al Concilio Vaticano II en la Iglesia.

Uno de los “blogs” tradicionalistas con más lectores, “Rorate Caeli”, reaccionó a la ceremonia del lavatorio declarando que había muerto el proyecto de ocho años de Benedicto para enderezar lo que el entonces pontífice consideró interpretaciones erróneas de las reformas modernizadoras del Concilio.

“Por ejemplo, ha llegado oficialmente el final de la reforma a la reforma”, deploró “Rorate Caeli” en su reporte sobre el ritual del Jueves Santo.

Un comentarista afín a esas ideas tradicionalistas en Argentina, el país natal de Francisco, es Marcelo González, quien reaccionó a la elección de Francisco con un artículo titulado “¡El Horror!”

González afirmó que Jorge Mario Bergoglio, el actual papa, no realizó prácticamente esfuerzo alguno como arzobispo de Buenos Aires por revivir la antigua misa en latín, una causa abrazada por Benedicto XVI y por los tradicionalistas.

“Enemigo jurado de la misa tradicional, no ha permitido sino parodias en manos de enemigos declarados de la liturgia antigua”, escribió González en la publicación Panorama Católico Internacional.

Prácticamente todo lo que ha hecho Francisco desde que fue elegido papa —cada gesto y decisión— ha disgustado a los tradicionalistas de un modo u otro.

La noche del 13 de marzo, cuando se le eligió en el cónclave, Francisco salió al balcón central de la Basílica de San Pedro sin la “mozzetta”, la capa de terciopelo rojo y piel de armiño, usada por los anteriores papas durante actos oficiales. En vez de ello, vistió una sencilla túnica blanca. Ese gesto se convirtió en un símbolo del rechazo de Francisco a los atavíos del papado. Para algunos, representó además un desdén al pontificado de Benedicto XVI, dado que el papa alemán buscó revivir muchas vestimentas litúrgicas de sus antecesores.

Inmediatamente después, cuando los cardenales le juraron obediencia, Francisco no los escuchó desde una silla o pedestal, como hicieron otros pontífices. Permaneció de pie, al mismo nivel que los cardenales.

Ello seguramente lastimó a los tradicionalistas, quienes recuerdan con nostalgia los días en que los papas usaban la silla gestatoria, una suerte de trono portátil, sobre el que eran llevados en andas. Posteriormente, Francisco ha exhortado a “intensificar” el diálogo con el islam, un gesto que irrita a los tradicionalistas, los cuales consideran que un afán por estrechar las relaciones interreligiosas no es sino una señal de relativismo teológico.

Francisco seguramente echó sal sobre las heridas el Viernes Santo. Durante el vía crucis en el Coliseo, elogió la “amistad con nuestras hermanas y hermanos musulmanes”, en una ceremonia en la que recordó también las penurias de los cristianos en Medio Oriente.

El nuevo pontífice causó también azoro al rechazar la cruz pectoral que le ofreció, justo después de su elección, monseñor Guido Marini, el gurú vaticano en materia litúrgica. Durante el pontificado de Benedicto, Marini se convirtió en el símbolo de los esfuerzos de ese papa por restablecer los cantos gregorianos y la vestimenta con brocado de seda, típica de la época anterior al Concilio, durante las misas que oficiaba el sucesor de San Pedro.

Marini ha permanecido al lado de Francisco mientras el nuevo papa le imprime su propio sello a las misas, con vestimenta más sencilla y homilías improvisadas. Pero muchos esperan que el nuevo obispo de Roma nombre pronto a un nuevo maestro de ceremonias litúrgicas, más afín a sus prioridades de llevar a la gente común el mensaje de amor y servicio de la Iglesia, sin los ornamentos de su antecesor.

Ciertamente, ninguno de esos lujos de la alta jerarquía eclesiástica estuvo presente en el acto del Jueves Santo, dentro de la prisión de jóvenes de Casal del Marmo en Roma, donde el papa de 76 años se arrodilló para lavar y besar los pies de 12 reclusos, incluidas dos mujeres. El ritual revive el lavatorio de pies que Jesucristo les hizo a sus 12 apóstoles durante la Última Cena, antes de la Crucifixión, en una muestra de amor y servicio a ellos.

Las reglas litúrgicas indican que sólo pueden participar hombres en el ritual, dado que todos los discípulos de Jesús eran varones. No era raro que algunos curas y obispos pidieran excepciones para incluir a las mujeres, pero las reglas son claras.

Francisco, empero, es la cabeza de la Iglesia, de modo que, en teoría, puede hacer lo que le plazca.

“El papa no necesita permiso de nadie para hacer excepciones sobre la forma en que las reglas eclesiásticas se relacionan con él”, destacó el columnista conservador Jimmy Akin en el National Catholic Register. Pero Akin hizo eco a las preocupaciones planteadas por el abogado canónico Edward Peters, asesor del alto tribunal vaticano, quien dijo que Francisco ponía un “ejemplo cuestionable” simplemente al hacer caso omiso de las reglas de la propia iglesia.

“Es natural que la gente imite a su líder. Ese es el punto crucial del pasaje en que Jesús lava los pies de sus apóstoles. De forma explícita e intencional puso un ejemplo para ellos”, dijo. “El papa Francisco sabe que está sentando un ejemplo”.

viernes, 29 de marzo de 2013

Vatican Insider reconoce las críticas al Papa Francisco.



En la prestigiosa agencia de noticias Vatican insider se reconocen las críticas realizadas por los católicos tradicionalistas al reciente Papa Francisco, ex cardenal Bergoglio, por sus desprolijidades litúrgicas y su persecución a la Misa tradicional.

[Vatican Insider – 28-03-2013]

Tradicionalistas critican a Francisco por lavar los pies de dos chicas

Lombardi explica la “oportunidad” del gesto en una comunidad pequeña como la de Casal del Marmo

ALESSANDRO SPECIALE
CIUDAD DEL VATICANO

Algunas alarmas se encendieron inmediatamente después de su elección, cuando el Papa Francisco se presentó al mundo desde la Logia de las Bendiciones, con su cruz de fierro y vestido de forma extremadamente sencilla. Los tradicionalistas católicos, los que están relacionados con la misa preconciliar en latín, hicieron una mueca.

Por otra parte, el “currículum” del Papa argentino provocó muchas críticas entre los “fans” de la misa tridentina. “The Horror”, resumió un periodista sudamericano en un análisis publicado en el sitio tradicionalista Rorate Coeli: «De entre todos los candidatos impensables, Jroge Mario Bergoglio es, tal vez, el peor. No porque profese abiertamente doctrinas en contra de la fe y la moral, sino porque, juzgando por su trabajo como arzobispo de Buenos Aires, la fe y la moral parecen ser irrelevantes para él».

Sobre todo, el nuevo Papa fue descrito como «un enemigo de la misa tradicional», la que se recita en latín, y habría impedido en su arquidiócesis que se pusiera en práctica el Motu Proprio “Summorum Pontificum”, con el que Benedicto XVI permitía la misa tridentina como «forma extraordinaria» del Rito Romano.

Otro ejemplo. Un comentador católico conservador, Michael Brendan Dougherty, definió la elección de Bergoglio en el “National Post”, en caliente (apenas a tres días de la “fumata bianca”), como una más de las «recientes novedades y mediocridades católicas», porque sigue la línea que se ha seguido en medio siglo de Concilio Vaticano II, marcado por «desconsideradas experimentaciones», como la celebración de la misa en las lenguas locales, los gestos «dra’aticos» de Juan Pablo II o la renuncia de Benedicto XVI.

Pero la hostilidad explotó solo después de que ayer por la tarde el Papa Francisco se lavara y besara los pies a dos chicas (y una musulmana) durante la liturgia del Jueves Santo, que celebró en el instituto penal para menores de Casal del Marmo. 

El Papa Francisco fue acusado de dar un mal ejemplo y de violar la ley de la Iglesia; el sitio “Rorate Coeli” declaró inmediatamente que la «reforma de la reforma», que muchos esperaban de Benedicto XVI, se había acabado.

Ed Peters, un canonista y bloguero muy conocido en los Estados Unidos, acusó al Pontífice, naturalmente, de «violar cualquier indicación divina», pero, sobre todo, de «dar un ejemplo discutible, ignorando la misma ley divina».

En 1988, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de lso Sacramentos publicó la carta circular “Paschales Solemnitatis” sobre la celebración de los ritos pascuales. En ese texto, en el número 51, se lee que el lavatorio de los pies debe involucrar solo a hombres elegidos. El orignial latino, “viri selecti”, no deja dudas al respecto.


En los Estados Unidos, la Conferencia Episcopal decretó un año antes la práctica de incluir también a las mujeres en la ceremonia, aunque no está previsto en los libros de la liturgia, pues tenían la «intención de subrayar el servicio al lado de la caridad en el rito», por lo que era una «forma comprensible de acentuar la orden evangélica del Señor, que vino para servir y no para ser servido».

La cuestión volvió a surgir en 2005, cuando el arzobispo de Boston, el cardenal Séan O’Malley desencadenó las polémicas por su voluntad de abrir el rito también a las mujeres. En esa ocasión, la Congregación para el Culto Divino explicó que, si permanecía la «obligación litúrgica» de lavar los pies solo a varones, el obispo local podía tener la libertad de decidir si existía una necesidad pastoral en la diócesis.
  
Hasta esta “ruptura” humilde de Francisco. El vocero del Vaticano, Federico Lombardi, explicó a la Associated Press que si en una «grandiosa celebración solemne» sería lógico lavar los pies solo a hombres, porque se conmemora la Última Cena de Jesús con los apóstoles, «en una comunidad pequeña y única, compuesta también por mujeres», como la de Casal del Marmo, habría sido «inoportuno» excluir a las mujeres, «a la luz del simple objetivo de comunicar un mensaje de amor a todos en un grupo que no incluía a refinados expertos de normativas litúrgicas».

En el Jueves Santo Francisco lava los pies a dos mujeres, una de ellas musulmana.



[SMM – 28-03-2013]

En el Jueves Santo Francisco lava los pies a dos mujeres, una de ellas musulmana

La norma, en el Nuevo Misal Romano, claramente dice que sólo a los varones (vir) se lava los pies en las ceremonias del Jueves Santo, incluso reafirmada en la carta circular de la SCCDDS Paschales Solemnitatis, Ene-16-1988, N° 51.

Varios medios informan que el Papa Francisco durante el Jueves Santo de 2013, celebrado en la cárcel “Casal del Marmo”, ha lavado los pies a dos mujeres, una de las cuales es musulmana (ver RepubblicaBlitz Quotidiano)

[Rome Reports – 28-03-2013]

El rabino de Buenos Aires Abraham Skorka afirma que Bergoglio no cambiará.


[http://es.romereports.com –26-03-2013]

El papa Francisco se ha mostrado desde el primer momento muy abierto al diálogo con los cristianos que no están unidos a Roma y también con las otras religiones. Ya en Buenos Aires mostraba con hechos esa capacidad de tender puentes donde a veces las diferencias parecen insalvables.

El Rabino Abraham Skorka, para Rome Reports afirma sobre Bergoglio:

Me preguntan cómo va a ser como Papa ¡Así! Si fue hasta ahora así, a través de esta conducta, llegó a la situación para que todos lo ponderen y digan “tú debes ser”, ¿por qué va a cambiar? Yo sé que no va cambiar, porque una de las características de él es no cambiar.

jueves, 28 de marzo de 2013

La crucifixión del Señor.



LA CRUCIFIXIÓN DEL SEÑOR

1. La escena de la crucifixión

Es la crucifixión el postrer tormento que acabó con la vida de Jesús. Subamos hoy al monte Calvario, convertido en teatro del amor divino, donde todo un Dios da la vida anegado en un verda­dero mar de dolores.
“Llegados que fueron,” dice San Lucas, “al lugar llamado Calvario, allí le crucificaron” (San Lucas, 23, 33).
Después de llegar con gran trabajo a la cumbre del monte, por tercera vez le arrancaron con gran violencia los vestidos pegados a las llagas de su lacerado cuerpo y lo arrojaron sobre la cruz.
El mansísimo Cordero se tiende sobre aquel duro y cruel lecho y presenta a los verdugos las manos y los pies para que se los claven.
Levantando los ojos al cielo ofrece al Eterno Padre el gran sacrificio que hacía de su vida para sal­var a los hombres.
Al clavarle la mano se encogieron los nervios del cuerpo de Jesús, de suerte que según la revela­ción hecha a Santa Brígida, los verdugos se sirvieron de cuerdas para llevar la otra mano y los pies al lugar señalado para los clavos, de manera que las venas y los nervios se dilataron y rompieron con extremo dolor. Así se cumplió la profecía de David que dijo: “Taladraron mis manos y mis pies, y contaron todos mis huesos” (Salmo 21, 17).

Podemos decir que quien verdaderamente clavó esas manos y esos pies sobre el madero de la cruz, fue el amor que Nuestro Señor tuvo a los hombres.
Nos Dicen los Santos Padres que al permitir que traspasaran sus manos, quiso Nuestro Señor expiar todos los pecados que los hombres han cometido por el tacto.
Al sufrir los dolores de los pies quiso nuestro Redentor satisfacer por todos los malos pasos que hemos dado en la consecución del pecado que íbamos a cometer.
Frecuentemente en esta Cuaresma debiéramos pedir a Nuestro Señor Jesucristo crucificado que nos bendiga con sus traspasadas Manos y que clave a sus pies nuestro ingrato corazón, nuestra voluntad desagradecida, para que no nos apartemos más de Él ni nos volvamos a rebelar contra Su divino amor.

2. La crucifixión: ese sepulcro cruel

San Agustín es de parecer que no hay ningún género de muerte más cruel que la muerte de cruz. Y da la razón Santo Tomás diciendo que los crucificados tienen traspasados las manos y los pies, que por estar todos ellos compuestos de nervios, músculos y venas, son por extremo sensibles al dolor. Además, el mismo peso del cuerpo, que pende de los clavos hace que el dolor sea continuo y vaya siempre creciendo hasta acabar con la muerte.
Añádase a esto que los dolores padecidos por Jesucristo sobrepujaron a todos los demás. Porque como dice el Doctor Angélico, siendo Cristo de constitución delicada, era su cuerpo más sensible al dolor.
El Espíritu Santo formó el cuerpo de Cristo muy a propósito para el sufrimiento como lo había pre- dicho el mismo Redentor y lo asegura el Apóstol diciendo: “Me has apropiado un cuerpo” (Hebreos, 10, 5). Es decir: Me has dado un cuerpo apropiado para mi misión de expiar los pecados del mundo a través del sufrimiento.
Dice también Santo Tomás de Aquino que Nuestro Señor Jesucristo quiso padecer un dolor tan grande que fuese proporcionado al castigo que temporalmente habían merecido los pecados de la humanidad. Sería interesantísimo tener el testimonio de algún médico que pudiera describirnos los efectos en todo el cuerpo de los martillazos que herían no sólo las carnes de Nuestro Señor sino Sus nervios.
Animemos a nuestras almas a contemplar al Señor de la Vida en su agonía de muerte.
Veámoslo allí, pendiendo de la cruz: en lo alto de aquel patíbulo ignominioso, sin una sola prenda que cubriera su pudor; colgado de aquellos crueles clavos, sin poder hallar alivio ni descanso: unas veces se apoya en los clavos de las manos, otras descarga su peso sobre los clavos de los pies: pero doquiera descanse, se aumenta el dolor y la agonía.
Mueve su lastimada cabeza de un lado al otro, pero: si la deja caer sobre el pecho: con el peso, se dilatan las llagas de las manos; y si la inclina sobre los hombros: quedan los éstos traspasados por las espinas; si apoya la cabeza sobre la cruz, las espinas penetran despiadadas en ella.
¡Qué tortura más cruel está sufriendo nuestro Rey y Señor! Esta vez no está sentado en un sitial de gloria, sino en un trono de ignominias y dolores.
Hoy Su título de Realeza Universal no es proclamado por las trompetas de los ángeles y el júbilo de los arcángeles. Sólo hay una inscripción puesta en lo alto de la cruz que lo proclama “Rey de los judíos ”, pero colocada ahí por escarnio.
Sus manos traspasadas, Su cabeza coronada de espinas, Sus sacrosantas carnes desgarradas y todo ese aparato de dolor, lo están proclamando por Rey... pero Rey de Amor: Está muriendo y ofrecien­do esa agonía en expiación de tus pecados para que te puedas salvar.
Que el fin de esta Cuaresma te encuentre con el corazón contrito y humillado, para que —cuando el Viernes Santo te acerques al Altar a adorar el madero de la Cruz y besar los sagrados pies de Cristo traspasados por Su amor a ti— consideres el exceso de amor a ti, por el que quiso Jesús sacrificarse a la justicia divina, haciéndose obediente hasta la muerte de Cruz.
¿Por qué se hizo obediente? Para que tú te puedas salvar.
¿Cuál hubiera sido tu suerte si Nuestro Señor no hubiera pagado las deudas de tus pecados? ¿Eres tan obediente a tus superiores, siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor? ¡Dichoso ejemplo de obe­diencia que nos enseña el Divino Redentor!

La cruz: escuela de la perfección

Se había prometido a los hombres que verían con sus propios ojos a su Divino Maestro: “Tus ojos,” dijo Isaías, “estarán siempre viendo a tu doctor” (Isaías, 30, 20).
Si bien toda la vida de Jesucristo fue un ejemplo no interrumpido de virtud y una acabada escuela de perfección, donde dio cátedra de las más excelsas virtudes, fue en lo alto de la Cruz.
Desde ella nos dio lecciones de paciencia, sobre todo para el tiempo de enfermedad, porque Nues­tro Señor sufrió con admirable paciencia los dolores de su amarguísima muerte.
Con Su ejemplo nos enseña también a observar fielmente los preceptos divinos y a conformarnos con toda perfección a la voluntad de Dios.
La mejor lección que nos dio fue la lección del amor. Un confesor aconsejaba a una de sus peni­tentes que a los pies del Crucifijo escribiese estas palabras: “Ved cómo hay que amar”.
“¡Asi se ama! ”, parece decirnos a todos desde lo alto de la cruz nuestro Redentor cuando, por no soportar algún trabajo, omitimos las obras que Él nos manda y llegamos a las veces hasta el extremo de renunciar a su gracia —pecado mortal— y a su amor.
Jesucristo nos amó hasta la muerte, y no bajó de la cruz hasta haber dejado en ella la vida. Ya que Nuestro Señor te ha amado hasta la muerte, ¿no debes también tú —POR LEALTAD— amarlo todos los días de tu vida y, si algún día esto te lo pidiera, hasta dar la tuya por Él?
Sabes que en tu vida pasada has ofendido muchas veces y hecho traición a Nuestro Señor. Pídele ser sancionado, pídele expiar tus faltas EN ESTA VIDA y no en la que viene; pero implórale lo haga apoyado en Su misericordia y en Su amor.

Jesús, desde la cruz, pide nuestro amor

“Y cuando yo seré levantado en alto”, dijo en cierta ocasión Nuestro Señor, “todo lo atraeré a mí. Esto lo decía”, añade San Juan, “significando de qué muerte iba a morir” (San Juan, 12, 32-33).
Un escriturista, Cornelio a Lápide, comentando estas palabras, dice que “Nuestro Señor, al ser cla­vado en la cruz, se ganaría el afecto de todas los pueblos del mundo con Su amor, con Su ejemplo y con los méritos de Su Preciosísima Sangre. ¿Quién no amará a Cristo al verlo morir por amor nues­tro?”

Mira —alma rescatada por la Sangre de este inocentísimo Hombre Dios— mira a nuestro Redentor clavado en la cruz: toda su figura respira amor y te convida a amarlo: La cabeza, inclinada para darte el beso de paz. Los brazos extendidos, para estrecharte contra su pecho. Su corazón abierto, para amarte. Y Su Sangre Santísima, derramándose toda para vivificar, vitalizar, dar eficacia a los Siete Sacramentos —esos canales de Salvación— sin los cuales no podrías aspirar a vivir en la Gracia de Dios, y sin los cuales no podrías aspirar a ir al Cielo.
Ahora bien: ¿cómo pudo ser tu alma tan agradable a los ojos de Nuestro Señor, si Él previo las inju­rias que había de recibir de tu parte?... ¡Misterio insondable de la Divina Misericordia!
Y encima, para ganar tu corazón quiso el Señor darte grandes pruebas de amor: aceptó en silencio: tanto azotes como espinas, tanto clavos como cruz, para que tú te dieras cuenta de su increíble amor por tu alma... ¡Misterio insondable de la Divina Misericordia!

La cruz: escuela de paciencia

Mientras que Nuestro Señor agonizaba en la cruz, no cesaban los judíos de atormentarle con escar­nios e insultos. Unos le decían: “A otros ha salvado y no pueble salvarse a sí mismo “Si es Rey de Israel, añadían otros, que baje de la Cruz y creeremos” (San Mateo, 27, 42).
¿Cómo responde Nuestro Señor desde la cruz a los insultos que le dirigen sus enemigos? ¿Pide acaso a su Eterno Padre que los castigue? Todo lo contrario: “Padre mío, —exclama— perdónalos porque no saben lo que hacen” (San Lucas, 23, 34).
“Para evidenciar el mar insondable de amor que tenía en Su pecho, dice Santo Tomás de Aquino, Nuestro Señor pidió perdón por sus verdugos; lo pidió y lo alcanzó, porque al verlo muerto se arre­pintieron de su pecado y se volvían dándose golpes de pecho (San Lucas, 23, 48)


¿Acaso nos damos cuenta que debido a los muchos pecados que hemos cometido a lo largo de los muchos o pocos años de nuestra vida nos hemos convertido en uno de los más crueles perseguidores de Jesucristo nuestro Redentor? ¿Somos conscientes de esta verdad ineluctable? ¿De esta verdad absolutamente cierta?.
Es verdad que varios de entre los judíos y los verdugos ignoraban lo que hacían al crucificar al Hijo de Dios. Pero tú, cuando estabas pecando, bien sabías que ofendías a un Dios crucificado y muerto por ti. Debido a esto, tus pecados fueron en cierta manera peores que los de los que crucificaron a Nuestro Señor.
...Pero Vuestra Sangre y Vuestra Muerte, Señor mío, han alcanzado misericordia también para mí: y no puedo desconfiar de alcanzar el perdón al entender que, para perdonarme, habéis muerto por mí. Amable Redentor mío, descanse sobre mi alma una de aquellas afectuosas miradas que me dirigisteis al morir en la cruz: miradme y perdonad la ingratitud con que he correspondido a vuestro amor. Me arrepiento, Jesús mío, de haberos menospreciado: os amo con todo mi corazón y, movido por Vuestro ejemplo: Propongo aceptar los frecuentes dolores que me toquen sufrir, los trabajos, los fracasos, las angustias, las traiciones, los sinsabores, mi orgullo ofendido, es decir, TODO lo que compone mi dia­ria cruz; la aceptaré sin protestar, sin rebeliones, sin egoísmos; la aceptaré con generosidad y AÚN ALEGRÍA, por Ti.

Pensaré antes en mi prójimo que en mí ya que Tú te ofreciste por mí. Perdono a los que me han ofendido; así como Tú desde la Cruz pensaste en mí y moriste por mí, a pesar de los horribles peca­dos con que yo habría de ofenderte.
A los que me han ofendido les deseo toda suerte de bienes, porque Tú me has ofrecido a mí — pecador— la Vida Eterna. Propongo servirlos y socorrerlos en cuanto pueda así como también mani­festarles mi amor por ellos en Ti.
Recordaré que soy un miserable pecador: para esto me ayudará recordar frecuentemente las baje­zas con las que Te he ofendido a lo largo de mi vida.
Trataré de jamás ofenderos ni con la impureza ni con la inmodestia de los vestidos; rechazaré las reglas de la moda mundana liberal, que es irreverente, irreligiosa e impía, pues Tú, oh Señor, para expiar tales afrentas, tuviste que sufrir que te despojaran de Tus vestidos y te expusieran públicamen­te.
Jamás permitas, mi Buen Jesús, que el Diablo me ciegue y me convenza a utilizar mi vanidad impulsándome a ser mal ejemplo para mi prójimo o causa de su caída en tentación.
Oh Señor, ayúdame a llevar mi crucecita en pos de la Tuya.
Permítemelo, para expiar mis faltas, para reparar lo mejor que pueda la frialdad con que tantas veces te he afrentado.
Permíteme llevar mi cruz en pos de la Tuya, pues de ahora en más sólo quiero agradaros a Vos, Señor mío, que quisisteis morir por mí, a pesar de haberos yo, tanto ofendido.
“Acordaos de mí”, os dijo, buen Jesús, el ladrón dichoso y quedó consolado al oír brotar de Vuestros labios las reconfortantes palabras: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso
“¡Acordaos, Señor, de mí—os digo yo también—y no olvidéis que soy una de las muchas ovejas por las cuales disteis ¡a vida!
Por último, humildemente hago mías las palabras del Acto de Reparación al Sagrado Corazón de Jesús que la Iglesia renueva los Primeros Viernes de cada mes, especialmente aquéllas con que éste finaliza:
¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, (...) conce­dednos que seamos fieles a Vuestros Mandamientos y a Vuestro servicio hasta la muerte y otor­gadnos el don de la perseverancia final, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Architriclinus, tomado del boletín dominical Fides n° 1049-50.

La agonía en el huerto.


El Divino Redentor, cuando llegó al término de su vida terrenal, después de habernos dejado toda su Persona en el pan y en el vino del Sacramento del Amor y de haber nutrido a sus Apóstoles con su Carne Inmaculada, se dirigió al Huerto de los Olivos, lugar que los discípulos y Judas conocían. A lo largo del trayecto que separa el Cenáculo del Huerto, Jesús enseña a sus discípulos; los prepara para la próxima separación, su inminente Pasión y para sufrir por su amor las calumnias, las persecuciones y la misma muerte; para que cada uno imite a Él, Modelo Divino.
“Yo estaré con vosotros Y vosotros no os turbéis, oh discípulos, porque la promesa divina se cumplirá; la prueba la tendréis en la presente hora solemne.
Él está allí para empezar a vivir su dolorosa Pasión, pero más que pensar en sí mismo, se desvela por vosotros.
¡Oh, que inmensidad de amor encierra aquel corazón!... Su rostro denota tristeza y amor al mismo tiempo; sus palabras emanan de lo más profundo de su Corazón. Él habla con profusión de afectos, infunde valor, consuela y promete confortando, explica los más profundos misterios de su Pasión.
Siempre, ¡oh Jesús!, me ha conmovido el corazón este pasaje tuyo del Cenáculo al Huerto, por la expansión de un amor que se profundiza y se funde con sus amantes, para desahogar un amor que va a inmolarse por los demás, para rescatarlos de la esclavitud. Tú les has enseñado que no existe mayor prueba de amor que dar la propia vida por los amigos, y Tú estás ahora por sellar esta prueba de amor con la inmolación de tu vida.
¿Quién no permanece conmovido ante tan generosa oblación?
Al llegar al Huerto el Divino Maestro se despidió de los discípulos, quedándose sólo con tres, Pedro, Santiago y Juan, para que fueran testigos de sus penas. Precisamente los tres que lo vieron transfigurado sobre el Tabor entre Moisés y Elias y que lo reconocieron como Dios ¿tendrían ahora la fuerza de considerarlo Hombre-Dios entre penas y tristezas mortales? Al entrar en el Huerto les dijo: “quedaos aquí, velad y orad, para que no caigáis en tentación estad alerta, parece que les diga, por­que el enemigo no duerme; prevenios contra él con el arma de la oración, a fin de no ser envueltos e inducidos en el pecado. Es la hora de las tinieblas. Al terminar esta exhortación, Él se aparta de ellos como a un tiro de piedra y se postra en la tierra.
Él está extremadamente triste; su alma es prisionera de una indescriptible amargura. La noche es alta y límpida, la luna resplandece en el cielo, dejando el Huerto en la penumbra, parece que proyec­ta sobre la tierra siniestros resplandores, precursores de cosas graves y de funestos acontecimientos que hacen estremecer y helar la sangre en las venas. Parece que la noche estuviera tenida de sangre; un viento, como presagio de cercana tempestad, agita los olivos. Unido a aquel rumor de hojas, pene­tra en los huesos como un anuncio de muerte, desciende hasta el alma y la invade de mortal tristeza.
¡Qué noche más horrenda! ¡Nunca jamás la tierra verá una igual!...
¡Qué contraste, oh Jesús! ¡Cuán bella fue la noche de tu nacimiento, cuando los ángeles tripu­diantes anunciaron la paz, cantando gloria! Ahora, en cambio, me parece verlos melancólicos mien­tras te rodean a una cierta distancia, como respetando la suprema angustia de tu espíritu.
Este es el lugar donde Jesús viene a rezar. Él priva su humanidad sacrosanta de la fuerza que le confería la Divinidad, sometiéndola a una tristeza indefinible, a una debilidad extrema, a la melanco­lía y al abandono y a una angustia mortal. Su espíritu nada en ellas como en un mar ilimitado, el cual a cada instante parece sumergirlo. Ante su espíritu se representa todo el martirio de su inminente Pasión que, como un torrente desbordante, se vuelca en su corazón y lo martiriza, lo oprime y lo des­garra. Él ve, en primer lugar, a Judas, el discípulo tan amado por Él, que lo vende por pocas mone­das, que está por llegar al Huerto para traicionarlo y entregarlo a sus enemigos. ¡Él!... El amigo, el discípulo que poco antes había saciado con su Carne... postrado ante él le había lavado los pies y estre­chado contra su corazón y se los había besado con fraternal ternura, como si a fuerza de amor quisie­se impulsarlo a renunciar al impío y sacrilego propósito o por lo menos que, una vez cometido el horri­ble delito, recuperándose y recordando las muchas pruebas de amor, se hubiera arrepentido y salvado. Mas no, él se pierde y Jesús llora por su voluntaria perdida. Se ve legado, arrastrado por sus enemi­gos a través de las calles de Jerusalén, por las mismas calles en donde pocos días antes había pasado triunfalmente aclamado como Mesías... Se ve ante los Pontífices, golpeado, declarado por ellos reo de muerte. Él, el autor de la vida, se ve conducido de un tribunal a otro, en presencia de los jueces que le condenan. Ve su pueblo, tan amado y beneficiado por Él, que lo insulta, lo maltrata y con gri­tos infernales, silbidos y chillidos pide la muerte y la muerte de la Cruz. Escucha las injustas acusa­ciones, se ve condenado a los flagelos más despiadados. Se ve coronado de espinas, ridiculizado, salu­dado como un rey de burla, abofeteado...
Por último, se ve condenado a la ignominiosa muerte y subir al Calvario; extenuado bajo el peso de la Cruz, caer desangrado varias veces en tierra... Se ve, al llegar al Calvario, desnudo, extendido sobre la Cruz; crucificado despiadadamente, alzado sobre ella, en presencia de todos; suspendido, con tres clavos que le desgarran y le dislocan las venas, los huesos y la carne... ¡Oh, Dios! cuán larga es la agonía de tres horas que deberá aniquilarte entre los insultos de todo un pueblo enloquecido y mal­vado.
Ve su garganta y sus vísceras quemadas por la ardiente sed y ve agregarse a este desgarrador mar­tirio el tener que beber vinagre e hiel.
Ve el abandono del Padre y la desolación de la Madre a los pies de la Cruz.
Al final, la muerte ignominiosa, entre dos ladrones, uno que lo reconoce y lo confiesa como Dios y se salva, el otro que lo insulta, blasfema y muere desesperado.
Ve a Longino que se acerca y, como sumo insulto y desprecio, le abre el costado y... como todos los mortales sufre la humillación del Sepulcro.
Todo, todo está delante de Él para atormentarlo y Jesús permanece aterrorizado; y este terror se adueña de su Corazón Divino y lo atenaza desgarrándolo. Él tiembla como atacado por una fiebre altí­sima, el temor se apodera todavía de Él y su Espíritu languidece en mortal tristeza. Él, el Cordero ino­cente, solo, abandonado en las manos de los lobos, sin defensa alguna... Él, el Hijo de Dios... El Cordero que se ofreció espontáneamente al sacrificio por la gloria del mismo Padre que lo abandona al furor de las fuerzas infernales, por la Redención de la especie humana; de sus mismos discípulos, que vilmente lo abandonan y huyen de Él, como del ser más peligroso. Él, el Verbo eterno de Dios, reducido a burla de sus enemigos...
Pero Él ¿se retira?... No, desde el principio todo lo abraza generosamente, sin reserva alguna. ¿Cómo y de donde proviene este terror, este miedo mortal? ¡Ah! Él ha expuesto su humanidad como blanco para recibir sobre sí mismo todos los golpes de la divina justicia, lesa por el pecado. Él siente al vivo en el desnudo espíritu todo aquello que debe sufrir, cada una de las culpas que debe pagar con una pena especial y se abate porque ha dejado su humanidad como presa de debilidades, terrores y padecimientos.
Parece estar en las últimas... Él esta postrado con el rostro sobre la tierra delante de la Majestad de su Padre. Aquel divino rostro, que tiene extasiados, en eterna admiración de su belleza, a los Ánge­les y a los Santos del cielo, esta sobre la tierra completamente desfigurado. ¡Dios mío! ¡Jesús mío! ¿No eres Tú el Dios del cielo y de la tierra, idéntico en todo a tu Padre, el que se humilla hasta el punto de perder el aspecto exterior del hombre?...
Ah... sí, lo comprendo, es para enseñar a un soberbio como yo que, para tratar con el Cielo, debo abismarme en el centro de la tierra. Es para reparar y pagar mi altivez, que Tú te humillas así ante tu Padre; es para inclinar su piadosa mirada sobre la humanidad, que Él había retirado a causa de su rebe­lión. Y, por tu humillación, Él perdona a la criatura arrogante. Es para reconciliar la tierra con el Cielo, que Tú te humillas sobre ella, como para darle el beso de la paz. Oh, Jesús, que seas siempre y por todos alabado y que todos te agradezcan por las muchas humillaciones con las cuales nos has donado a Dios y a Él nos has unido en un abrazo de santo amor.

Padre Pío de Pietralcina, tomado del libro “Meditaciones del Padre Pío”.