viernes, 31 de mayo de 2013

Comunicado de Prensa de la FSSPX Distrito de Italia.


[Página Católica – 29-05-2013]

Comunicado de Prensa 

Tras el funeral de don Gallo, que fue presidido por el cardenal Bagnasco, la Fraternidad San Pío X denuncia el grave escándalo causado por la intervención de Vladimir Guadagno (alias Luxuria), y por el hecho de que el cardenal le ha administrado la Comunión, como si su público comportamiento y su actividad parlamentaria no fueran escandalosas y contrarias a la moral.
De la misma forma se ha actuado con otros representantes de movimientos que sostienen posturas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia.
Según la doctrina católica y la lógica del Evangelio, los pecadores públicos deben arrepentirse y reparar públicamente antes de acercarse al sacramento de la Eucaristía.
Respecto a las posiciones defendidas por don Gallo, no denunciadas por la autoridad eclesiástica y en cierta forma avaladas por la presencia del presidente de la Conferencia Episcopal Italiana en el funeral, se recuerda que:

1. La Ley de Dios condena la práctica homosexual, y la Iglesia enseña que ella constituye un pecado contra natura que clama al cielo.

2.Don Gallo ha ayudado a las mujeres a abortar. Ahora bien, el aborto es un crimen por el que se mata a una persona inocente, y que está penado por la Iglesia con la excomunión. La cual afecta, no sólo a quienes lo practican, sino a todos los que colaboran eficazmente para su consecución.

3. El uso de las drogas llamadas blandas, alentado por don Gallo, no sólo constituye a menudo el primer paso hacia otras sustancias estupefacientes, sino que es contrario al Quinto Mandamiento que nos ordena cuidar nuestro cuerpo como un regalo de Dios.

4. El Comunismo, explícitamente sostenido por don Gallo, ha sido condenado por el Magisterio como “intrinsecamente perverso”.

Estos comportamientos manifiestan, de manera cada vez más evidente, la grave crisis que atraviesa la iglesia, y la traición por parte de miembros importantes de la jerarquía de los principios más elementales de la moral católica.

Don Pierpaolo Petrucci

Superior del Distrito Italia


Somunicato stampa

In seguito ai funerali di don Gallo presieduti dal card. Bagnasco la Fraternità San Pio X denuncia il grave scandalo causato dall’intervento di Wladimiro Guadagno (detto Luxuria) e dal fatto che il cardinale gli abbia amministrato la Comunione, come se il suo pubblico comportamento e la sua attività da parlamentare non fossero contrari alla morale e scandalosi.
Così si è agito anche nei confronti di altri rappresentanti di movimenti contrari agli insegnamenti della Chiesa. Secondo la dottrina cattolica e la logica del Vangelo gli autori di peccati notori, prima di accostarsi al sacramento dell’Eucaristia, devono pentirsene e riparare pubblicamente.
Riguardo alle posizioni difese da don Gallo, non denunciate dalle autorità ecclesiastiche, ed in un certo qual modo avallate dalla presenza del presidente della conferenza episcopale italiana al suo funerale, si ricorda che:

1-  La legge di Dio condanna la pratica omosessuale e la Chiesa insegna che essa costituisce un peccato contro natura che grida vendetta al cospetto di Dio.[1]

2- Don Gallo ha aiutato delle donne ad abortire.[2] Ora l’aborto è un crimine poiché si uccide un essere umano innocente ed è punito con la scomunica non soltanto per coloro che lo praticano ma anche per tutti quelli che lo favoriscono in maniera efficace.[3]

3- L’utilizzo delle droghe cosiddette leggere, incoraggiato da don Gallo, non soltanto costituisce spesso il primo passo verso altre sostanze stupefacenti, ma è contrario al V comandamento che ci ordina di custodire il nostro corpo come un dono di Dio.

4- Il comunismo, esplicitamente sostenuto da don Gallo[4], è stato condannato dal Magistero ecclesiastico come “intrinsecamente perverso”.[5]
Tali comportamenti manifestano in maniera sempre più evidente la grave crisi che sta attraversando la Chiesa ed il tradimento da parte di membri importanti della gerarchia dei principi più elementari della morale cattolica.

Don Pierpaolo Petrucci

Superiore del Distretto d’Italia della Fraternità Sacerdotale San Pio X

miércoles, 29 de mayo de 2013

«El Papa quiere un encuentro entre las tres grandes religiones por la paz».



[Vatican Insider – 29-05-2013]

«El Papa quiere un encuentro entre las tres grandes religiones por la paz»

Fuentes gubernamentales israelíes indican que «Francisco habló con Peres de un encuentro entre judíos, cristianos y musulmanes para decir no a la violencia». El rabino Rosen pide una iniciativa para la paz en Tierra Santa

ANDREA TORNIELLI

JERUSALÉN

El Papa Francisco estaría pensndo convocar a un encuentro entre los líderes y creyentes de las tres grandes religiones monoteístas para lanzar, desde Roma, un mensaje de paz y de convivencia, en contra de la violencia y del uso del nombre de Dios para justificar el odio y el terrorismo. Lo afirman fuentes gubernamentales israelíes.

El proyecto del Pontífice, según las fuentes, habría sido anunciado al presidente israelí, Simon Peres, durante la audiencia en el Vaticano del pasado 30 de abril. Aunque no fue mencionado en el comunicado oficial del encuentro que difundió la Santa Sede.

El presidente Peres «dijo al Papa que hay personas que justifican el terrorismo con el nombre de Dios» y que los líderes religiosos deberían decir «en voz alta que Dios no dio a nadie el permiso de matar al prójimo». Según lo indicado al ambiente gubernamental israelí en un informe que resume el contenido de la audiencia, Francisco habría respondido a Peres que «apoya» el llamado en contra de la violencia «con todo su corazón» y que querría «promover en Roma un encuentro con la participación de líderes religiosos y creyentes de las tres religiones» abrahámicas, «con el objetivo de hacer ver a los ojos delmundo» que las religiones están «en contra de la violencia y del terrorismo».

Así pues, el Papa estaría pensando en una iniciativa que tenga como objetivo unir a las tres religiones monoteístas alrededor de la paz. No una reunión interreligiosa con las demás confesiones, como las que se llevan a cabo en Asís desde que Juan Pablo II las inauguró. Hay que recordar que en enero de 2002, a pocos meses del atentado en contra de las Torres Gemelas del 11 de septiembre, el Papa Wojtyla quiso que se llevara a cabo un encuentro especial en la ciudad de San Francisco entre las religiones para cancelar cualquier justificación “teológica” del uso de la violencia y del terrorismo.

sábado, 25 de mayo de 2013

Audio: “Lectura y comentarios del breve examen crítico del Novus Ordo Missae” (I).




R.P. Ezequiel María Rubio, FSSPX.

La primer charla dedicada a la lectura con comentarios del “Breve examen crítico del Novus Ordo Missae” presentados al Papa Pablo VI por los cardenales Ottaviani y Bacci.

viernes, 24 de mayo de 2013

En el mes de su centenario: Audios de Nicolás Gómez Dávila


[HJCK  - 05-22-2013]

Mayo 2013: Mes del centenario de nacimiento de Nicolás Gómez Dávila

La HJCK rinde homenaje a uno de los pensadores más importantes del siglo XX, cuya obra ha sido traducida a varios idiomas y ha tenido gran aceptación en España, Alemania e Italia: Nicolás Gómez Dávila en el centenario de su nacimiento.

Fue una figura excepcional. Humanista, pensador, filósofo; su obra representa un cúmulo de sabiduría. Quienes lo conocieron coinciden en afirmar que este legado de su pensamiento será cada día más penetrante en la historia de nuestra cultura.

El escritor y periodista Alberto Zalamea definió la obra de Gómez Dávila así: “Sin amplificaciones, sin orquestaciones, la prosa de Nicolás Gómez Dávila nos acerca a la perfección. Leerlo, es como escuchar ciertas sonatas de Mozart. Nada pretende distinto de recrear el maravilloso mundo que nos legaron generosos dioses inaccesibles. Eso es la obra de Nicolás Gómez Dávila, una profunda y solemne victoria que a todos nos enorgullece”.

Retirado durante muchos años a la soledad de su biblioteca, una de las más vastas y articuladas de cuantas se han organizado en el país, Nicolás Gómez Dávila irradiaba desde allí un don de consejero ejemplar. Hace unos años el Banco de la República tomó la acertada decisión de adquirir esta joya donde se encuentran las grandes obras del pensamiento occidental desde la época de los griegos, especialmente en áreas relacionadas con la arqueología, la historia, la filosofía, la literatura, la poesía, el arte, la religión y en general las humanidades. Hay libros relacionados con la filosofía y las religiones orientales. Están también varios de los clásicos españoles y las obras completas de escritores como Meléndez Pelayo y Borges. También le interesaba el pensamiento del filósofo ruso Konstantin Leontiev y tenía sus obras en el idioma original.

Nicolás Gómez Dávila fue uno de los inspiradores y fundadores de la Universidad de los Andes, entidad a la que pretendió imprimirle el diseño humanístico que correspondía a sus convicciones, que compartió con Mario Laserna, principal promotor en la creación de esta universidad. 


Ajeno a toda figuración, inmerso en sus lecturas y pensamientos, Nicolás Gómez Dávila sólo se expresó en sus libros Notas, Textos, Escolios a un texto implícito y Nuevos escolios, y en una única grabación de su voz: la que realizó para la Colección Literaria HJCK la cual presentamos en esta sección para celebrar el centenario de su nacimiento.

domingo, 19 de mayo de 2013

Rafael Braun: “Se acabó la monarquía en la Iglesia”.



Reproducimos un reportaje al progresista Rafael Braun que es “Sacerdote de la Iglesia Católica, nacido en Buenos Aires en 1935, es doctor en Filosofía por la Universidad de Lovaina (Bélgica) y licenciado en teología por la Universidad Católica Argentina.
Director de la revista Criterio entre 1978 y 1993, y miembro de su Consejo de Redacción durante 40 años, es hoy miembro de su Consejo Asesor. Es colaborador de La Nación y Clarín y ha tenido importante actuación en el medio radiofónico. Hoy es Rector de la Iglesia Santa Catalina de Siena y también miembro del Consejo Directivo de la Fundación Banco de Alimentos. Recibió, entre otras distinciones, en 1991 el Laurel de Plata otorgado por el Rotary Club de Buenos Aires y en 1996 el Premio Derechos Humanos B’nai B’rith Argentina y el Diploma al Mérito en la Disciplina Ética, concedido por la Fundación Konex”. (Academia Nacional de periodismo).
El Blog Syllabus 14-05-2013 anota que: “este cura al que raramente se lo ve con clergyman, mentor “espiritual” de Máxima Zorreguieta, típica representante de la tilinguería de “gente bien” que son católicos pero aman el mundo, los lujos y el poder, actualmente Reina de Holanda (ese país corrupto como pocos, ultra-progresista, en el sentido más holandés de esa mala palabra, parafraseando a Borges), este prestigioso Raffy (como lo llama Magdalena Ruiz Guiñazú, periodista acomodaticia como pocas y con quien hicieron un libro juntos) y que tuvo participación en la boda de la Máxima apóstata, sabe hacerle honor a su apellido heredero de las afeitadoras y demás electrodomésticos, pues siguiendo el ejemplo del guarango y lunfardo tango que dice “Y la chiva hasta a Cristo se la han afeitao...”, pues bien, Braun se ha dedicado a afeitar cuanto podía la verdadera Religión de Cristo y ahora viene a dar su apoyo –junto con el de la B’Naith B’Rith y otros- al Papa Francisco, como no podía ser de otro modo. Debajo la entrevista con La Nación diario”.   

[La Nación – 12-05-2013]

Rafael Braun: “Se acabó la monarquía en la Iglesia”

El sacerdote e intelectual cree que la elección de Francisco como papa limita el poder de la curia, renueva sus estructuras y abre espacio a los laicos

Por Agustina Lanusse  | Para LA NACION
Domingo 12 de mayo de 2013 | Publicado en edición impresa

Para el sacerdote y reconocido intelectual Rafael Braun, pensador autónomo y crítico que desde las páginas de la revista Criterio, cuya dirección ejerció durante largos años, ha tenido una vasta influencia en el pensamiento católico argentino, la elección de Bergoglio como papa, hace dos meses, no significa sólo un cambio de mando, sino una verdadera revolución dentro de la Iglesia.

“Hay mucho pecado en la Iglesia”, ha denunciado en varias oportunidades Braun, doctor en Filosofía por la Universidad de Lovaina (Bélgica), licenciado en Teología, ex investigador del Conicet, ex rector del Centro Santa Catalina y miembro del Consejo Consultivo de Criterio. Siempre se demostró más amigo de la verdad que de las modas intelectuales o sociales de cada momento, y no temió ser severo en sus análisis, convencido de que la libertad de pensamiento es premisa del ejercicio intelectual.

Esperanzado, hoy compara la renuncia de Benedicto XVI y la elección de Francisco con el proceso independentista que vivió América latina en el siglo XIX. “Por fin libres del imperio europeo, independientes”, subraya. Cree que el papado ya no será más una monarquía. Que no habrá un papa monarca y una corte, sino un servidor. Que el clericalismo deberá terminar, y que la Iglesia podrá dejar de estar encerrada en sí misma para salir al mundo con espíritu misionero. Braun conoce muy bien a Bergoglio y siente una enorme gratitud por la amistad y la confianza que siempre le brindó.

-¿Cómo evalúa la renuncia de Benedicto XVI?

-Fue algo maravilloso y revolucionario, que no me sorprendió. Él había escrito en 2010 en su libro Luz del mundo que estaría dispuesto a renunciar si se encontrara en la situación en que luego estuvo. Esta renuncia marca el fin de la gerontocracia. El inicio de un nuevo milenio. Y como él, habrá otros papas que se animarán a asumir con 76 años, confiados en que podrán dejar su cargo cuando sientan que ya no están aptos para ejercerlo.

-¿Qué implicó para la Iglesia?

-Fue necesario por dos motivos: uno, porque en la Iglesia no se ha tenido en cuenta el cambio generacional que se da hoy, ya que la gente se muere 20 años más tarde. En ese sentido, el final tan largo de Juan Pablo II ha sido un mal ejemplo, pues si bien tuvo un fuerte coraje para luchar hasta el fin, el gobierno quedó más en las manos de la curia que en las propias. El otro motivo es de sentido común. Si los obispos están obligados a renunciar a los 75 años y los cardenales luego de los 80 no pueden votar en el cónclave, ¿por qué el Papa, que es obispo y cardenal, puede seguir? Lo que dijo el secretario de Juan Pablo II en su momento, que el Papa no debía renunciar pues eso implicaba bajarse de la cruz, es un error. Es considerarlo como un monarca que no puede abdicar.

-¿Por qué cree que se eligió a Francisco?

-Porque, además de que los candidatos más nombrados se neutralizaron, creo que Bergoglio comenzó a tener una proyección fuerte en el plano internacional a partir del Sínodo de los Obispos de Roma en 2001. Fue nombrado, y se desempeñó, como relator general adjunto, al reemplazar al obispo de Nueva York, que debió regresar a los Estados Unidos luego del atentado contra las Torres Gemelas. No hay que olvidar que en el cónclave que eligió a Joseph Ratzinger, en 2005, él llegó segundo. En 2007 presidió la Comisión de Redacción del Documento de Aparecida en la V Conferencia General del Episcopado de América latina y el Caribe. Y, por último, su intervención en las asambleas anteriores a este último cónclave tuvo una repercusión enorme. Allí habló de la necesidad de la Iglesia de salir de sí, de ir a la periferia existencial con espíritu misionero, y se preguntó sobre cuántas veces la jerarquía queda atrapada en un narcisismo teológico, en una mundanidad espiritual al vivir para darse gloria los unos a los otros. Fueron palabras muy fuertes que calaron hondo.

-¿Por qué su designación conmovió tanto en la Argentina y en el mundo?

-Creo que en nuestro continente hay una enorme alegría porque lo que estamos viviendo se equipara, análogamente, a las revoluciones de la independencia, dos siglos atrás. Nuestros pueblos vivieron tres siglos como colonias de un imperio ibérico que incluso tenía derecho al patronato. Ahora hemos vivido dos siglos de república, pero la Iglesia en América latina, a mi juicio, fue tratada como una colonia eclesial. El símbolo más claro de esto fueron los últimos años del pontificado de Juan Pablo II, donde crecieron en la curia romana las peores conductas típicas de las cortes monárquicas. Y muchos han sufrido las interferencias de los nuncios y las trabas a las conferencias episcopales. Con Francisco nos hemos independizado de la curia. Él descomprime, da libertad y alegría a la Iglesia concebida como pueblo de Dios, como la expresó el Concilio Vaticano II. Se trata de un cambio de profesores a pastores. El habla de pastoreo, servicio, colegialidad y comunión.

-¿Cuál será la tarea principal de Francisco? ¿Qué cambios debe afrontar de manera prioritaria?

-El primer cambio ya lo hizo: se presentó a sí mismo como obispo de Roma y no como papa. No se tituló como un monarca. Es primus inter pares. Tiene legitimidad de origen y fue reconocido como líder por sus pares para servir al pueblo. Otro gesto novedoso fue la elección de un Consejo Pastoral de ocho obispos de distintas partes del mundo para conducir con él. Su tarea principal será descentralizar el servicio de la Iglesia de Roma y trabajar para la comunión de los cristianos. Y lo hará diciendo la verdad y permitiendo que todos digan la verdad. Por eso hay tanta alegría.

-Pero, ¿no encontrará demasiadas resistencias para impulsar estos cambios?

-La tarea del Papa es doble. Por un lado, es el soberano del Estado de la ciudad del Vaticano, y tiene un governatorato en el cual trabajan 2000 personas; por otra parte, es el líder espiritual universal. La curia es, además, una gran burocracia de 842 personas que gobiernan 57 organismos al servicio de la misión religiosa. Pienso que las estructuras van a comenzar a caer de a poco, pero no lo hará él solo, sino junto al consejo de asesores. Me imagino un organigrama nuevo, descentralizado, con amplia participación de los laicos. Él conducirá con el ejemplo, permitiendo que la verdad salga a la luz. Lo oscuro y corrupto caerá por sí mismo.

-¿Su papado provacará cambios políticos en la Argentina?

-Su conducción no va a ser en contra de nadie, sino a favor. En la carta que le envió al presidente de la Corte Suprema dice que “administrar justicia es una de las más insignes tareas que el hombre puede ejercer”. No se inmiscuye con la reforma judicial específicamente. Creo que su poder moral va a influir en la sociedad civil, y por ende tocará la esfera política, como la empresarial y tantas otras. El foco estará puesto en la sociedad y no en la política. Y la influencia positiva se dará de abajo hacia arriba. Ya lo estamos viendo: la gente está yendo a confesarse o a asistir a misa como hacía años no ocurría. Vuelven con amor a la Iglesia Católica. Y esto es una gran noticia.

De otra entrevista realizada por el mismo matutino (Domingo 21 de marzo de 1999 – “La religión crece en popularidad”):

-¿Qué pueden aprender de la religión los no creyentes?

-No se puede entender el mundo occidental si no se conoce el cristianismo. En esos tests de ingreso a las universidades nadie pregunta sobre la Biblia, que sin embargo es la raíz de nuestra cultura. No se trata de que todos debamos ser cristianos. Nadie va a imponer ninguna verdad, porque eso sería fundamentalismo. Si yo viviera en un país islámico tendría que conocer el Corán. Y si uno quiere entender al pueblo argentino tiene que entender a la Virgen de Luján.

viernes, 10 de mayo de 2013

El humor y su fuente.



Alguien me dijo: -”Vos tenés que escribir cosas de humor” - después de leer un pequeño escrito mío hecho con ese espíritu. Pero es difícil escribir algo de humor desde Buenos Aires, la ciudad del tango triste y amargo. Fruto de una visión sensiblera y superficial de la vida. Fruto de una mentalidad resentida por la ignorancia de lo verdadero y por la inmadurez del alma. Estamos hoy, además, asediados por el rock, esa bestia que no solo desconoce lo que es la alegría, la verdadera alegría, la cual debiera ser la manifestación normal y natural de la gente joven,  sin embargo esta “música” odia la vida misma y ama la muerte. Ama el suicidio. Su música, la del rock, suena como los gritos de los condenados en el infierno. No es una buena música. No hace bien. No puede hacer bien. Al menos no está creada para hacer algún bien. A no ser que sea considerado un bien el rebelarse contra la existencia y contra todo. A no ser que se considere un bien instalar el infierno aquí mismo. Sus “conciertos” son un aquelarre. Una noche de brujas. Un ritual satánico. Allí no hay ni alegría, ni buen humor. Sino un ambiente irrespirable de humo, llamas de bengalas, oscuridad, aturdimiento, gritos rabiosos, confusión, aullidos desesperados, imágenes infernales y desasosiego. Esto no puede nunca engendrar alegría de la vida, sino una acedia ante la vida.
Si, parece haber muerto definitivamente el humor  en Buenos Aires - me refiero al buen humor. Porque yo vivo aquí, me crié aquí, en esta ciudad, y lo sé. Aunque me atrevería a decir que parece haber muerto el buen humor no solo en Buenos Aires, sino en todo el mundo (pues también nací y me crié en este mundo).  Y, me refiero al buen humor. Tal vez se deba esto a que el mundo está enfermo, muy enfermo. Pues el humor, el buen humor, es como un síntoma de salud, de buena salud. De buena salud del espíritu. De buena salud del alma. De buena salud de la mente. El buen humor nace de un equilibrio interior, en donde las pasiones no luchan entre sí, sino que conviven en armonía. Están contenidas. No destruidas. Las pasiones conservan todas sus fuerzas pero están ubicadas cada una en su sitio  (aunque, a veces, alguna de ellas, reclame una supremacía indebida sobre las otras). De allí viene el término: “estar  contento”. Estar contento significa estar contenido, es decir, dueño de sí mismo. A un río al que le quitaran de pronto las paredes de su  cauce que le contiene, perdería no solo la fuerza de su caudal sino que dejaría de ser río, perdería su ser,  desaparecería con la dispersión de sus aguas. Sería absorbido por la tierra. Estar contenido. No arrastrado por los vientos, vengan estos desde afuera o desde adentro. Es el señorío sobre sí mismo. Es la alegría de la victoria en el interior nuestro, desbordando luego, generosamente, en el buen humor. El buen humor no significa carcajadas ni ruido exterior. Es una alegría en paz. Es una alegría serena  producida por la paz interior. Jamás es ruido que aturde. En cambio, la mala salud, que es una ruptura del equilibrio homeostático, como dicen los homeópatas, se manifiesta en el síntoma de la tristeza y del mal humor, o en un humor resentido y amargo. La mala salud es la manifestación de algo que se ha roto adentro. El buen humor es como una manifestación de la alegría interior producida por una plenitud del ser. El desborde de una abundancia de vida interior. El desborde de una riqueza interior.


El buen humor cuando se muestra se dirige al intelecto. El buen humor no es “lo cómico”. Lo cómico se dirige más bien a los sentidos. Es más exterior. Por eso produce manifestaciones más ruidosas, como la carcajada. El buen humor es más interior, va al goce de la inteligencia. Puede producir una sonrisa, nunca una carcajada. Y estamos siempre refiriéndonos al buen humor. No al humor “ácido o corrosivo” de nuestros días, tan elogiado como una gran manifestación “intelectual” cuando no es más que el producto del resentimiento y del odio más carnal y material. Y, lo intelectual, no reside allí, sino en el espíritu. Es cierto y está bien aplicarle el calificativo de “corrosivo” porque su “misión” consiste en corroer, en destruir a modo de un ácido. E intenta destruir, generalmente, lo que él mismo considera como “malo” por oposición a sus propios gustos o intereses (porque no existen solo intereses económicos) también existen intereses morales o, mejor dicho, inmorales. Son aquellos intereses adulantes de nuestras pasiones, de nuestras malas inclinaciones, de nuestras debilidades, de nuestras secretas envidias, de nuestro orgullo y amor propio. Ocultos, muchas veces, bajo apariencias de justicia, de altruismo, de filantropía, y todo ello, ni siquiera es el verdadero objeto de su afán destructivo y corrosivo, sino el de favorecer alguna pasión propia, algún “pecadito” favorito. Muchas veces, como dijimos, este “humor corrosivo y disolvente” sirve a modo de encubrimiento de sus verdaderos deseos: la liberación de las propias pasiones y, especialmente, del egoísmo y el orgullo. El humor corrosivo y amargo no brota de una rica plenitud y alegría interior, ni tampoco es el producto de un gozo y plenitud  interior, tal como el del buen humor. Este humor es incapaz de generar una sonrisa, a lo sumo  engendra una mueca de dientes apretados antes que una sonrisa. El buen humor es como la buena música que armoniza con los misteriosos y profundos acordes de nuestra alma. El buen humor nos hace exclamar: “¡Qué bueno que está esto!”. El humor corrosivo, en cambio, dice: “Realmente esto debe ser pisoteado, destruido”. El humor ácido nace de un desencanto de la vida. No cree que nada pueda ser bueno. Que nada merezca existir. Elogia el poder del mal como el único real y digno de tener en cuenta en este mundo. Y lo elogia burlándose de lo realmente bueno porque no lo comprende y,  lo que es peor, no quiere comprenderlo. Envidia lo bueno como una quimera inalcanzable. Como una ilusión. Se burla de él. Y la burla tiene algo de satánico. No nace de un buen espíritu. Es el “humor” del desesperado. Del que ha perdido ya toda esperanza y se refugia en el odio. Como es incapaz de amar, opta por el odio. Como si éste fuera un valor real. El odio no tiene esencia propia. Su designio es destruir lo que está construido. Su afán es destruir el ser. Ama el no ser. Ama la nada. Es diabólico. No cabe en su cabeza desquiciada el: “Y vio Dios que era bueno”, de su acto creador. Se elogia hoy en día al llamado “transgresor”, pero su oficio es solo destruir lo ya hecho. El elogiado “transgresor”  - elogiado por su fácil y aparente valentía (aunque no es valentía alguna saberse apoyado por “todo el mundo”  y sostenido por poderosos  interesados). El transgresor no es un creador. Eso significaría un esfuerzo que es incapaz de hacer, es simplemente un destructor. Destruir es siempre más fácil que crear. Su oficio es destruir lo que otros construyeron. Él no construye nada. No hace nada positivo. No crea nada. Si, por ejemplo, no existieran leyes, ¿Qué podría él transgredir? Si no existieran cosas construidas por otros que las crearon con esfuerzo ¿De qué viviría? ¿Cómo sería posible su propia existencia?
El buen humor no es tal porque es iluso o porque no ve la realidad. El buen humor no cree en “la ilusión”. Se goza con y en la realidad porque la ve desde su óptica divina. El único buen humor es sólido porque vive de lo real. Comprende, en cuánto está a su alcance, el fin o el destino de los seres y  de las cosas. Por eso mismo da gracias. Por eso puede alegrarse realmente y estar de buen humor, aún en medio de la lucha y de los reales sufrimientos de esta vida. No niega la “existencia” del mal en el mundo, pero tampoco niega el bien. El bien verdadero sobrepasa en calidad a la abundancia o cantidad de mal. Y no solo lo compensa sino que lo vence en el fondo… en el fondo y en el jardín, por decir así. En lo interior y en lo exterior. Y una de sus manifestaciones es precisamente el buen humor. A pesar de las llamativas y aparentes victorias del mal. A pesar del mal que existe como una carencia de ser en las cosas, sabe su sentido, sabe el “por qué”. Por eso puede seguir teniendo “buen humor”. No se trata de una autosugestión, ni tampoco de una ilusión inventada para poder soportar esta vida o darle un sentido. Por supuesto que la vida y todas las cosas en que nos movemos y existimos tienen un sentido, tienen un “por qué”,  pero no podemos reemplazar ese “por qué” con cualquiera otro “por qué” inventado por nuestro pobre y limitado ingenio humano. Solo puede bastarnos aquel que es el verdadero y real. Toda la creación es una sobreabundancia de la riqueza divina y del amor divino que busca darse. La Creación está coronada, a modo de estribillo,  en cada una de sus etapas, con esta expresión gozosa que nos reveló el mismo Creador: “Y vio Dios que era bueno”. Tenemos inevitablemente que meternos en el terreno teológico. No hay otro lugar adónde ir a buscar respuestas sobre qué significa “todo esto”. No lo hay ahora, ni lo hubo antes, ni lo habrá después. Buscando solo sobre la superficie del mar nunca conoceremos la profundidad del mar, qué cosa se esconde en sus profundidades. No esperemos respuestas de las solas ciencias que navegan solo sobre la superficie de las cosas ignorando su invisible, profundo y verdadero fundamento de ellas, que está en la mente creadora de Dios, sobrepasando infinitamente la inteligencia humana. Él les dio un sentido y un por qué a todas y a cada una de las cosas. Nada existe de por sí, ni porque si. Es una ilusión pensar que el hombre con solo la técnica experimental pueda llegar a conocer aquello que está infinitamente fuera de su campo. Buscar en las causas materiales lo que tiene su origen fuera de ellas es una empresa inútil. Los  “hallazgos” de las ciencias experimentales solo han servido para confirmar su inutilidad con respecto a las causas más profundas de su existencia y el misterio insondable de la inteligencia que tan sabiamente las produjo. Pero, claro, qué bueno sería si realmente nada existiera fuera de nosotros, esto nos convertiría ipso facto en dioses, es decir, en dueños supremos de nuestro destino. Nosotros mismos decidiríamos cuál sería nuestro destino. Nos inventaríamos uno y podríamos decidirlo de acuerdo a nuestro gusto. En realidad al gusto de cada uno. Así que habría tantas respuestas sobre este enigma de la existencia y destino de las cosas como hombres en el mundo. Tantas teorías como los antojos de cada uno. Pero los hombres somos seres sociales. Cada uno de nosotros necesita de todos los otros. Hemos sido hechos así. Hemos sido creados así. Pero vivir en sociedad sería imposible entre seres que se condujeran cada uno solo según sus antojos y caprichos. ¿Qué sería entonces “lo bueno” y qué “lo malo”? Cosas innumerablemente distintas para unos y para otros según su egoísmo. Pero ¿Quién puede decir qué es bueno y qué malo para la naturaleza del hombre sino aquél que lo creó con un fin determinado dentro de toda la creación? Ningún hombre, por el solo hecho de serlo, posee de por sí la autoridad para decidirlo. Porque el hombre es solo una criatura. Solo un ser creado. Pequeño e insignificante ante el todo. Absolutamente prescindible por sí mismo. Terrible humillación para el orgullo de muchos. “El principio de la sabiduría está en el temor de Dios” dice la Escritura Sagrada. Reconocer en un acto de humildad esta verdad básica para todo hombre, paradójicamente, es un  principio de real liberación. Es el inicio del camino hacia la luz y hacia la verdadera liberación. Porque es el inicio del camino hacia nuestro verdadero destino que está más allá de lo que podemos imaginar. Allí hallaremos por fin la comprensión del por qué nos puso Dios aquí. No son un capricho divino, por ejemplo, los mandamientos que Él nos reveló. Responden a las reales necesidades de nuestra naturaleza creada de seres individuales y sociales y dependientes. Los mandamientos de la ley de Dios completan y enriquecen nuestro ser. Le mantienen en el recto camino de su realización, individual y colectiva. El comenzar a  vivir esto es comenzar a entenderlo todo. Eso produce en nosotros la paz y la alegría interior. Esto produce también el buen humor (hablando solo desde un punto de vista puramente humano) porque “los frutos del Espíritu son gozo y paz”, dice San Pablo. Y también el buen humor tiene que ver con ello, a modo de un estado no solo espiritual sino también psíquico. Pero en sus honduras rastreamos algo mucho más profundo y elevado que es la vida del espíritu en comunión con Dios. No podremos, sin Dios, ni siquiera tener buen humor. El mal humor es una rebeldía hacia Dios y toda la creación, en cierto sentido. El llamado humor ácido es en general una expresión de este estado de espíritu. Usando de este humor se busca corroer y destruir todo lo que queda de las instituciones tradicionales, nacidas de una cosmovisión de la vida. Rechazarlas solo logra el suicidio de la sociedad. ¿Es más feliz la sociedad por este camino? Solo basta mirar alrededor. Las manifestaciones artísticas - verdadero testigo y manifestador del espíritu que alienta en una sociedad - han caído en lo bajo, lo vulgar, lo cruel, lo deshonesto, lo impúdico, lo superficial, lo estúpido, la desesperación, el nihilismo, el odio hacia lo bueno y santo, la burla de lo sacro, lo diabólico y, desde allí, nos auguran un negro y amenazante futuro, dominado por la frialdad de la máquina y la tecnología. Un futuro inhumano. No hecho para el hombre. Un mundo sin buen humor. Con estúpidas distracciones “para pasar el tiempo”, para tapar ese vacío de cálida humanidad. Un mundo futuro no hecho para seres de carne y espíritu sino para máquinas, u hombres máquinas: para robots. Los esclavos en la antigüedad aún podían rebelarse como seres humanos que eran, pero los hombres-robots no se rebelarán. Han perdido partes esenciales de su humanidad. Mejor dicho, han sepultado su verdadera humanidad debajo de toneladas de tornillos y de acero, conformados y estructurados por las frías ideologías racionalistas y ateas. No podrán rebelarse a esto. La única cosa que hace posible la libertad es el conocimiento de la Verdad y la Verdad solo se revela o desvela al espíritu, no a la carne y, menos a un robot, a un hombre programado para obedecer a sus amos tecnocráticos. Un robot jamás podrá tener ni siquiera buen humor.


El humor y la caridad

Podríamos decir que el humor, el buen humor, es también una de las manifestaciones de la caridad, de la generosidad y de la magnanimidad del corazón. La caridad es como la amalgama de la sociedad y, el buen humor es como una de las facetas visibles de la caridad. El buen humor une, atempera la ira y busca siempre alguna “excusa” para justificar, de algún modo, al que le ha ofendido, o creemos que lo ha hecho. Enancha el corazón. El buen humor puede ser también una característica de la humildad. Reírse de sí mismo es bueno, en la medida en que es verdadero, es decir en la medida en que parte de un conocimiento real y más profundo de sí mismo,  de nuestra nada, es una gracia especialísima de Dios. Ello nos enseña ciertamente a tener paciencia con nosotros mismos y nos impide, de algún modo, de caer en la desesperanza o desesperación, que es una falta de fe en la misericordia divina y en su siempre positivo auxilio. Es una gracia de Dios muy grande vernos, aunque sea un  poco, en nuestra real dimensión, en nuestra real pequeñez. Nos acercamos así más a Cristo. Y Cristo mismo tuvo hacia nosotros un santísimo y especialísimo buen humor. Un humor cargado de misericordia y amor hacia nosotros, sus pequeños – como nos llamó muchas veces.
No hay mención, en los Santos Evangelios, de que Cristo haya reído. Sin embargo mucho de sus consejos no pudieron proferirse sin una sonrisa. Y esto no hacía falta de ser mencionado siquiera. Y menos en la sobriedad y en lo escueto de los Evangelios. Está muy bien, por ejemplo, en esa obra de arte que es la película de Mel Gibson, La Pasión de Cristo, cuando, en uno de sus “flash back”, nos muestra a Nuestro Señor en su sermón de la Montaña diciendo: “Porque si amáis solo a los que os aman ¿qué hacéis de más?” remarcando este “¿qué hacéis de más?” con una sonrisa y un gesto amable. “Amable” de, dado con caridad, con amor.
El buen humor es signo de un buen espíritu. Y buen espíritu quiere decir tener en cuenta al prójimo como a quién siempre que hay darle un bien. Sea éste material o espiritual, o aún meramente psicológico, “hacerlo sentir bien”. Antes solía decirse de una persona, a modo de elogio, que era alguien “muy atento”. Significábase con ello que se trataba de alguien preocupado justamente de hacer sentir bien a los demás atendiendo a sus necesidades del momento. Recuerdo a san Pablo cuando decía “me hago todo con todos, para salvarlos a todos”, significando el mayor bien que se le puede ofrecer a alguien: el conocimiento de la Verdad y, con ello, la Salvación eterna.  Y nuestro Señor nos enseñó a ver en el prójimo, a Él mismo: “Cuando disteis un vaso de agua a quien os lo pidió, conmigo lo hiciste”. Sería como carente de “algo” (algo inasible tal vez, pero, sin embargo, sentido) si no se hiciera esta acción  de dar el vaso de agua, con un gesto buen humor, de buena voluntad,  con un gesto amable, con un gesto de caridad y nobleza de corazón.
Hay la anécdota de un santo, Santo Tomás Moro, quien no quiso hacer sentir mal ni siquiera al verdugo que, en instantes, le cortaría la cabeza. Le dijo, entregándole una moneda, (creo que esto de la moneda era uso común en estos casos, en aquellos tiempos) diciéndole: “No temas hacer tu trabajo que, de un solo golpe, me mandas a Dios”. Sus envidiosos y malhumorados (el mal humor suele engendrarse en un mal interior, como dijimos más arriba). Sus malhumorados  enemigos, al escucharle, le espetaron: “¿Cómo estáis tan seguro de que Dios te recibirá?”  Calificando así a Tomás de presuntuoso. A lo cual Tomás respondió, seguramente inspirado por el Espíritu Santo: “Dios no puede rechazar a quien con tanto amor va hacia Él.”  Santo Tomás Moro dijo esto seguramente con la sencillez de su buen humor. Pues éste es, justamente, no solo el santo del buen humor sino quien compuso hasta una oración pidiendo este don a Dios, el don del buen humor.
Cerraremos estas pequeñas reflexiones con la oración de este gran Santo inglés:

Concédeme, Señor, una buena digestión,
y también algo que digerir.

Concédeme la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario para mantenerla.

Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar
lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante
el pecado, sino que encuentre el modo de poner
las cosas de nuevo en orden.

Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento,
las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no
permitas que sufra excesivamente por ese ser tan
dominante que se llama: YO.

Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría y
pueda comunicársela a los demás.

Así sea.

Carlos Pérez Agüero

jueves, 9 de mayo de 2013

Don Camilo y la democratización de la justicia.



“Don Camilo contó esta fabulita:

–Un lobo feroz recorriendo hambriento los campos, llegó a un prado cercado por una valla altísima de red metálica. Y, dentro del recinto, pacían tranquilas las ovejitas.
El lobo recorrió todo el cercado para descubrir alguna malla que por casualidad se hubiera aflojado en la red, pero no encontró ningún agujero. Cavó con las patas para intentar hacer un hoyo en la tierra y pasar bajo la red, pero todo esfuerzo fue vano. Probó saltar la red, pero no conseguía llegar siquiera a mitad de ella. Entonces se presentó en la puerta del recinto y gritó: “¡Paz! ¡Paz! ¡Todos somos criaturas de Dios y debemos vivir según las leyes de Dios! Las ovejitas se acercaron, y entonces el lobo dijo con voz inspirada: “¡Viva la legalidad! ¡Acabe de una vez el reinado de la violencia! ¡Hagamos una tregua!”
“¡Bien!” contestaron las ovejitas. “¡Hagamos una tregua!” Y volvieron tranquilamente a comer el pastito.
El lobo se acostó delante de la puerta del recinto, muy buenito y allí se quedó entreteniéndose en cantar alegremente. De vez en cuando se alzaba e iba a comer el pasto que estaba al pie de la red metálica.
“¡Uh, mira qué cosa!”, dijeron asombradas las ovejas. ¡También él come el pasto como nosotros! Nunca nos habían dicho que los lobos comen pasto”.
“¡Yo no soy un lobo!, contestó el lobo. Yo soy una oveja como ustedes. Una oveja de otra raza”. Luego explicó que las ovejas de todas las razas debieran unirse, hacer causa común.
“¿Por qué?, dijo al fin. ¿Por qué no fundamos un Frente Ovino Democrático? Yo acepto con gusto, y aunque la idea no es mía, no pretendo ningún puesto de mando. Es hora de unirse para hacer causa común contra el común enemigo que nos esquila, nos roba la leche y después nos manda al matadero”. “¡Qué bien habla!, observaron algunas ovejas. ¡Hay que hacer causa común!”
Y adhirieron al Frente Ovino Democrático, y un buen día abrieron la puerta al lobo, que entró en el cercado, y vuéltose jefe del pequeño rebaño, empezó, en nombre de la Idea, la depuración de todas las ovejas antidemocráticas, y las primeras que cayeron bajo sus colmillos fueron naturalmente las que le habían abierto la puerta. Al fin la obra de depuración concluyó, y cuando no quedó ni una oveja, el lobo exclamó triunfalmente: “¡Mirad por fin a todo el pueblo unido y acorde! ¡Vamos a democratizar otro rebaño!”

Guareschi, Giovanni. “La vuelta de don Camilo” (La penitencia). P. 25/26. Kraft. Buenos Aires, 1955. Visto en Almena Blog, 01-05-2013.

Aviso para los jóvenes interesados: “Breve exámen crítico del Novus Ordo Missae”.



VIERNES 17. Luego de la Misa vespertina tendrá lugar la conferencia para los miembros de la Legio y los jóvenes de la capilla que quieran asistir. Comenzaremos la lectura del libro “Breve examen crítico” de los Cardenales Otavviani y Bacci sobre la Nueva Misa. Tal vez, será la ocasión ideal para invitar a los que tengan dudas sobre las objeciones al nuevo rito. Finalizada la charla, se servirán unas empanadas.

Horario: 20.00 hs. En la calle Venezuela 1318/20, Montserrat, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

¿Qué actitud tener frente a la impiedad?



Frente a los hechos horribles que acontecen en Hungría, Rumania, Siberia, China; ante la impiedad y el odio del Santo Nombre de Dios, que son sus causas profundas, ¿cómo no se consternarán profundamente nuestras almas cristianas? No pasa un día sin que conozcamos matanzas y deportaciones de gente de bien, de todos aquellos que, por la palabra o por los actos, se consagran a Dios y al prójimo.
Pero el reciente encarcelamiento del cardenal Mindszenty, Primado de Hungría, su juicio, los abominables tratamientos que le propinaron, su condenación, ilustran de manera terrorífica lo que millares de seres humanos han sufrido y sufren todavía por haberse mostrado como los defensores de la civilización.
Frente a semejantes crímenes contra la humanidad, ¿es posible a toda alma bien nacida permanecer indiferente?
Dios nos dice por la boca del Profeta Isaías: “Encorvar la cabeza como el junco y tenderse sobre saco y ceniza, ¿a esto llamáis ayuno agradable a Yahvé? El ayuno que Yo amo consiste en esto: soltar las ataduras injustas, desatar las ligaduras de la opresión, dejar libre al oprimido y romper todo yugo, partir tu pan con el hambriento, acoger en tu casa a los pobres sin hogar, cubrir al que veas desnudo, y tratar misericordiosamente al que es de tu carne” (Is. LVIII, 5-7).
¿No sería, en efecto, faltar a la más elemental caridad hacia nuestro prójimo desviar los ojos de estos sufrimientos y no preocuparse por ellos? Porque estas desgracias parecen todavía lejos de nosotros, ¿podríamos fingir no conocerlas?
En cuanto a nosotros, queridísimos hermanos, en nombre de todo el clero y en nombre vuestro, hemos participado a Nuestro Santo Padre el Papa, nuestro dolor, nuestro respetuoso y filial afecto en estas circunstancias, tan trágicas para la suerte de la iglesia húngara, y tan emotivas para la Iglesia entera y para su Cabeza venerada.
Frente a este desbordamiento de impiedad, de odio de Dios, de desprecio por todo lo que el ser humano puede tener de más sagrado, ¿cuál debe ser nuestra actitud?
1°.- Vengar el honor de Dios por medio de una vida cristiana más intensa.
2°.- Reparar los pecados de los impíos por medio de una vida de penitencia.
3°.- Trabajar con todas nuestras fuerzas para instaurar el reino de Nuestro Señor Jesucristo en la sociedad civil y familiar, para evitar que semejantes males caigan sobre nosotros y sobre nuestros hogares.           
1°.- Vengar el honor de Dios por medio de una vida cristiana más intensa. “Que no haya, pues, para vosotros - dice Nuestro Santo Padre el Papa - para vuestros sacerdotes y para los fieles confiados a vuestro cuidado, nada más urgentes que suscitar una rivalidad de celo para defender este Nombre de Dios que las potencias angélicas veneran temblando. Levantando el estandarte del Arcángel San Miguel y repitiendo la aclamación: «¿Quién como Dios?», oponed a aquellos que insultan a la Majestad Suprema la más enérgica voluntad de afirmar, de amar, de predicar el Nombre de Dios”.
Por la adoración, rendid a Dios las alabanzas que los impíos tendrían que ofrecerle; la adoración es, en efecto, el acto de religión más perfecto que el hombre pueda presentar a su soberano Señor. Pero es necesario, aún más, que ese acto no sea puramente exterior. Que todo hombre, toda familia, toda sociedad, honre de esa manera externa a su Divino Autor, es justicia; pero nosotros, que no dudamos un instante en rendirle ese culto, debemos especialmente agregar la adoración interna. “Viene la hora - dice Nuestro Señor a la Samaritana -, y ella ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; tales son los adoradores que desea el Padre” (Jn. IV, 23).
Esta adoración interior, más exactamente llamada devoción, debe poner nuestras almas en una actitud de oración que, según Santo Tomás, “es una actitud de sujeción delante de Dios, para testimoniarle que no somos nada delante de Él, autor de todo bien”.
Que vuestra vida cristiana no sea una vida superficial, sino una vida profunda, que tome todo vuestro ser para entregarlo a Dios en toda su actividad, en todas sus ocupaciones.
“¡Oh, cuán benigno y suave es, oh Señor, tu espíritu que lo llena todo” (Sab. XII, 1).
En la práctica, queridos hermanos, os invitamos insistentemente a frecuentar vuestras iglesias, a deteneros en ellas algunos momentos cuando la ocasión se presente. El cardenal Mercier pensaba que un alma que se recoge cinco minutos en el curso del día para pedir con toda sinceridad y confianza al Espíritu Santo el guiarla, fortalecerla, llenarla con sus dones, puede estar casi segura de su salvación.
¡Cuánto se ve facilitada la oración, salida del fondo del alma, por la presencia de la Eucaristía en esos oasis de recogimiento y de silencio que son nuestras iglesias!
2°.- A la oración y a la alabanza, agreguemos la vida de penitencia. Nuestro Santo Padre el Papa nos pide, a partir de este tiempo de Cuaresma, retomar la abstinencia de todos los viernes del año. Aceptemos esta ligera penitencia con espíritu de fe y agreguemos nuestras limosnas, nuestras privaciones de cosas superfluas.
Con la paz, por muy relativa que sea, vuelve una cierta prosperidad; esta prosperidad, más aparente que real, facilita los placeres, las distracciones, y permite, desgraciadamente, satisfacer a las pasiones. De allí a olvidar a Dios y a descuidar nuestros deberes para con él, no hay más que un paso, fácil de franquear.
La riqueza en las manos virtuosas y caritativas es una fuente de numerosos méritos; la riqueza al servicio de un alma dominada por los sentidos es fuente de libertinaje descarado, de oscurecimiento del espíritu. ¿No es, acaso, el espectáculo que nos presenta el mundo y los que siguen sus máximas perniciosas?
Mis queridísimos hermanos, en el curso de este tiempo de penitencia, sepamos mostrarnos reservados y discretos en las fiestas y reuniones. Así lo dice San Pedro: “Sed sobrios, y estad en vela; vuestro adversario el diablo ronda, como un león rugiente, buscando a quien devorar” (I Pe. V, 8).
No olvidemos que la virtud de templanza es la condición necesaria de las otras virtudes y que descuidar el ejercicio de esta templanza equivale a apegarse a los bienes de este mundo y oscurecer el espíritu respecto del conocimiento de las cosas de Dios.
Cumpliendo estas penitencias, prepararemos nuestras almas para gustar las alegrías que Dios dispensa en gran número durante los días que preceden a las fiestas pascuales; estaremos mejor dispuestos para sacar provecho de las prédicas que nos sean dirigidas.
Finalmente, atraeremos la misericordia de Dios sobre los impíos y los blasfemos, que manifiestan un odio tan grande a su Santo Nombre.
3°.- A la oración y la penitencia, agregaremos un celo infatigable, consumido en el amor de Nuestro Señor, por el establecimiento de su reino en la sociedad civil y familiar.
Todo hombre sensato y leal, frente a los males que nos abruman y que abundan particularmente en ciertos países, podrá rápidamente reconocer la fuente de estas calamidades en el olvido y la negación oficial de Dios por parte de las sociedades y, muchas veces, de los hogares.
“En efecto, una vez suprimido Dios - decía recientemente Nuestro Santo Padre el Papa -, el menosprecio de las cosas de Dios hace al hombre despojado de su dignidad espiritual, el esclavo de las cosas materiales y suprime incluso radicalmente todo lo que representan de belleza la virtud, el amor, la esperanza, la vida interior”.
“Suprimiendo la religión y desterrando a Dios, ninguna sociedad civil podrá jamás subsistir. Puesto que solamente, los principios sagrados de la religión pueden equilibrar con justicia los derechos y los deberes de los ciudadanos, consolidar los fundamentos del Estado, regular por medio de leyes bienhechoras las costumbres de los hombres y dirigirlos con orden hacia la virtud. Lo que escribía el más grande orador romano («Vosotros pontífices, defendéis la ciudad más seguramente por la fuerza de la religión que sus murallas por la suya» -Cicerón, De Nat. Deor., III, 40) es infinitamente más verdadero y más cierto cuando se trata de la doctrina y de la fe cristiana. Que todos aquellos que tienen las riendas del Estado reconozcan, pues, estas verdades y que en todo lugar la libertad que le es debida sea rendida a la Iglesia, de tal manera que, sin estar impedida por ninguna traba, pueda esclarecer con la luz de su doctrina los espíritus de los hombres, educar bien a la juventud y formarla en la virtud, reafirmar el carácter sagrado de la familia y penetrar con su influencia toda la vida humana. De esta acción bienhechora la sociedad civil no tendrá que temer ningún daño; antes bien, al contrario, ella obtendrá grandísimas ventajas. Pues entonces, estando reguladas las relaciones sociales con justicia y equidad, la condición de los indigentes realzada como es necesario y restablecida según la dignidad humana, las discordias por fin apaciguadas y los espíritus pacificados por la caridad fraterna, tiempos mejores podrían felizmente surgir para todos los pueblos y para todas las naciones, como nos lo deseamos ardientemente y lo pedimos por fervientes oraciones”.
Lo que Nuestro Santo Padre el Papa desea, debe ser el voto más ardiente de todos los cristianos, y todos deben buscar realizarlo con ardor, persuadidos de que, trabajando en la extensión del reino de Nuestro Señor, trabajan por la grandeza de la sociedad y de la familia, y descartan otro tanto los males espantosos que se precipitan sobre los pueblos cuyos gobernantes han renegado de Jesucristo y aniquilado toda religión.
Por lo tanto, mis queridísimos hermanos, os suplicamos rezar, hacer unir las manos de vuestros hijos en una oración familiar, ser asiduos a la oración pública en nuestras iglesias; os exhortamos a entregaros a una vida de penitencia, y contamos con vuestro celo para que el reino de Dios venga y que su voluntad “se haga así en la tierra como en el cielo”.
En fin, terminamos participándoos un deseo expresado por el Soberano Pontífice en estos términos: si el ateísmo y el odio de Dios constituyen una falta monstruosa que mancha nuestro siglo y le hace temer justamente espantosos castigos, la Sangre de Cristo contenida en el cáliz de la Nueva Alianza es un baño purificador, gracias al cual podemos borrar este crimen execrable y, después de haber pedido perdón de los culpables, hacer desaparecer las consecuencias y preparar la Iglesia para un triunfo magnífico.
Mientras meditábamos estos pensamientos, nos pareció oportuno que, el domingo de Pasión de este año, ustedes y todos los sacerdotes fuesen autorizados e incluso exhortados a celebrar una segunda Misa, que será la misa votiva para la remisión de los pecados.
Que los fieles, que, en razón de los vínculos que unen entre sí a los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, deben siempre participar de las tristezas y de las alegrías de la Iglesia, acudan a vuestro llamado en el mayor número posible a los pies de los altares, y que, apreciando como conviene la importancia y la gravedad del motivo que los reúne, ofrezcan a Dios con más ardor sus súplicas y sus oraciones.
No dudamos que todos harán con el mayor fervor lo que les pedimos y que ofrecerán también a Dios súplicas y votos a fin de que, una vez alejados los males, el soplo de la caridad celestial venga a renovar todas las cosas en Cristo para colmar felizmente el deseo de la paz.

Monseñor Marcel Lefebvre, Carta Pastoral, Dakar, 24 de febrero de 1949.